viernes, 21 de marzo de 2014

El Meditador y la Piedra en Jung y Neville Goddard



 
En mi libro Y la vida sigue-Confieso haber sufrido, incluía en su Epílogo la siguiente hierofanía onírica de Carl Gustav Jung (1875- 1961) tras el infarto que sufrió en 1944:  «Soñé una vez sobre el problema de la relación entre la persona y el Sí Mismo. En aquel sueño me encontraba en una excursión. Por un pequeño camino atravesé un paisaje accidentado, el sol brillaba y yo divisaba un amplio panorama. Entonces llegué a una pequeña ermita. La puerta estaba abierta y entré. Ante mi asombro, en el altar no se encontraba ninguna imagen de la madre de Dios ni ningún crucifijo, sino sólo un adorno de hermosas flores. Pero luego vi que, ante el altar, en el suelo, vuelto hacia mí, estaba un yogui sentado meditando profundamente. Al contemplarle de cerca vi que tenía mi rostro. Me desperté asustado pensando: "¡Ah!, éste es el que me medita. Ha tenido un sueño que soy yo". Sabía que cuando él despertara yo ya no existiría más.»

Este sueño lo veo como continuación de la experiencia visionaria que tuvo en la que viajó psíquicamente por el espacio y estuvo a punto de entrar en un templo rupestre excavado en un meteorito  dentro del cual él “sabía” que encontraría la Verdad sobre su vida.

Jung lo interpreta como "el punto de vista" que, desde "lo Inconsciente", tiene el Sí-Mismo, cual "supra-consciencia", respecto a nuestra vida terrestre, en relación a nuestro ego consciente: «Representa una comparación: mi Persona se sume en la meditación, por así decirlo como un yogui y medita mi forma terrena. Se podría decir también: adopta forma humana para lograr una existencia tridimensional, como cuando alguien se pone un traje de buzo para realizar una inmersión en el mar. La persona se entrega a aquella existencia en el más allá en una actitud religiosa que indica la capilla en el sueño. En la forma terrena pueden realizarse las experiencias del mundo tridimensional y perfeccionarse mediante mayor conciencia en un fragmento más».

Y dos párrafos más abajo añade:
«Según la "opinión de la otra parte", nuestra existencia "inconsciente" es la verdadera y nuestro mundo consciente una ilusión o una aparente realidad, producida con fines determinados, algo así como un sueño que parece tener tanta realidad como si nos encontrásemos en ella. Está claro que este planteo tiene mucha semejanza con la concepción del mundo oriental, en cuanto éste cree en el Maya.

La Totalidad inconsciente [el Sí-Mismo] me parece por ello como el propio "spiritus rector" de todo suceso biológico y psíquico. Aspira a realización total, es decir, a devenir completamente consciente en el hombre. Devenir consciente es cultura en el sentido más amplio y autoconocimiento, es decir, esencia y alma de este proceso. El oriente atribuye a la Persona un significado «divino», y según la antigua concepción cristiana es el autoconocimiento el camino de la "cognitio Dei"..».

 
La relación psíquico-afectiva mantenida por Jung con las piedras o rocas datan de su etapa escolar, tal y como lo refleja en sus memorias. Se sentaba encima de una roca y pensaba que entonces él estaba sentado sobre la roca que tenía debajo, pero igualmente se decía a sí mismo que la roca podría pensar, a su vez: "Él está sentado encima de mi". Así que el niño Jung se sentía perplejo y se planteaba a continuación esta pregunta: "¿Soy yo el que está sentado sobre la piedra o soy la piedra sobre la cual está él sentado?".

Estas meditaciones me recuerdan inevitablemente el relato taoísta de la mariposa contado por Chuang-Tsé que también citaba en "Y la vida sigue":  

 "Hace mucho tiempo una noche fui una mariposa que revoloteaba contenta de su suerte; después me desperté siendo Chuang-tsé. "¿Quién soy yo en realidad? ¿Una mariposa que sueña que es Chuang-tsé o Chuang-tsé que se imagina que fue una mariposa? ¿Se trata de dos individuos reales? ¿Ha habido una transformación real de un individuo en otro? Ni lo primero ni lo segundo; ha habido dos modificaciones irreales del ser único, de la norma universal en la que todos los seres en todos sus estados son uno".

 Jung, que indagó en los textos y símbolos alquimistas, destacó que la Piedra Filosofal, Lapis Philosophorum, «es comparado frecuentemente con Cristo como el lapis angularis (piedra angular)». Su discípula Marie Louise von Franz, al respecto, añade: «Ya en los textos más antiguos de la alquimia se reitera constantemente el tema de la piedra, del "lapis philosophorum", de la "piedra filosofal", como un equivalente del oro buscado. Punto de partida y meta de la obra alquimista era "la piedra por Dios donada" que puede transformar todos los metales en oro y que en opinión de algunos autores se halla en el cuerpo humano y ha de ser extraída del mismo. Es el misterio de Dios en la materia...En la alquimia del lejano Oriente corresponde al "cuerpo diamantino" que el alquimista obtiene mediante sus ejercicios de meditación, alcanzando así, estando aún en vida, la inmortalidad.» 

Siguiendo a Jung, Von Franz recalca que para los esoteristas alquimistas cristianos el Lapis era un símbolo del arquetipo divino del Cristo Interior (no del Cristo bíblico literalista), es decir, el Sí-Mismo que es el Yo Superior de la totalidad psíquica en su doble vertiente consciente-inconsciente. Asimismo recalca Von Franz: "La piedra parece pues constituir un antiquísimo símbolo de lo eterno, lo perenne en el hombre, a partir de lo cual toma su fuerza vital."

 Por su parte Jung nos aporta otra analogía simbólica muy importante que ayudará a comprender la visión arquetípica que he seleccionado de Neville Goddard. Dice Jung: «Como sabemos, el templo edificado sobre el fundamento de los santos inspiró en el "Shepherd de Hermas" una visión de una gran edificación en la que seres humanos, viniendo de los cuatro puntos cardinales, son insertados como piedras vivas, fundiéndose en ella "sin junturas".» 

Jung expresaba su creatividad de múltiples formas y una de ellas era labrando piedras en el torreón pétreo de Bollingen o en su jardín inmediato, cerca del lago, donde esculpió, por ejemplo, en 1950 una piedra cúbica con inscripciones gnósticas a la que parece que tenía singular aprecio.

  Y pocos días antes de morir Jung narró a su secretaria Ruth Bailey el último de los sueños que pudo comunicar. Sobre un elevado calvero había un a roca en la que estaba inscrito el siguiente texto: "Que esto sea para ti un signo de Unidad y de Totalidad". Von Franz añade que seguidamente «vio a su derecha multitud de vasijas situadas en un lugar cuadrado y después un cuadrado de árboles, cuyas raíces sobresalían de la tierra y la rodeaban, y entre las raíces brillaban hilos de oro». 

Y esta gran discípula de Jung concluye la monografía dedicada a Jung de este modo: «Cuando se ha alcanzado el Tao, el sentido cósmico y la vida eterna, dicen los chinos que "florece la larga vida con la esencia de la piedra y el resplandor del oro". ¿Cuántos héroes se encontrarán junto a esta piedra para emprender la gran aventura de la Individuación, del viaje interior?».

Pues bien, uno de esos héroes ha sido, sin duda, Neville Goddard, quien fue más comprensivo con la terminología junguiana del inconsciente colectivo que los tradicionalistas guenonianos-shuonianos al escribir lo siguiente: «La Biblia es una revelación de las leyes y las funciones de la mente expresadas en el idioma de ese reino crepuscular en el que vamos cuando dormimos. Debido a que el lenguaje simbólico de este reino crepuscular es lo mismo para todos los hombres, los últimos exploradores de este reino humano de la Imaginación lo llaman el inconsciente colectivo.».


Anthropos sentado cual Buda en Neville Goddard

Pocos visionarios con experiencias místico-extáticas, en la estela iniciática de William Blake, hay tan extraordinarios y profundos como Neville Lancelot Goddard (1905-1972) que, desafortunadamente para mí, desconocía por completo hasta el pasado 4 de febrero, fecha a partir de la cual no he dejado de leer sus conferencias en el valiosísimo blog Neville en español, de donde tomo la mayoría de las siguientes traducciones de los párrafos seleccionados siguientes. 

En una conferencia suya del 25 de septiembre de 1967 (Poneos a prueba), narra la siguiente hierofanía de 1934 sobre el Meditador-Sí Mismo que me recuerda a la experimentada por Jung.

«Allá en los años 30, mientras estaba sentado en el silencio no pensando en nada en particular, cerré los ojos en contemplación y vi un cuarzo, una roca sólida (el símbolo de la muerte, el límite de contracción que Dios tomó en sí mismo). Mientras observaba, la roca se fragmentó. Entonces vi todos los trozos pequeños juntarse como por alguna mano invisible y moldearse en una estatua viviente sentada en la posición del loto. Mirando a esta maravillosa criatura, me di cuenta de que me estaba viendo a mí mismo. Cuando yo reconocí a Neville, toda ella empezó a brillar, para volverse radiante, y cuando alcanzó el límite de intensidad explotó y desperté sentado en mi silla».

Un año más tarde, en si conferencia del 18 de marzo de 1968 (Asunción persistente)  vuelve a relatar el suceso y lo interpreta esotéricamente:

«Sólo hay Dios, ¡y Dios es uno! En el Libro de los Salmos, se te dice, “Comulga con tu propio ser.” Siéntate tranquilamente. Estate en paz contigo mismo y súbitamente los pensamientos comenzarán a fluir dentro de ti, desde Dios. ¡En el principio tú eras Dios! Y en el final, tú y yo y todo el vasto mundo de miles de millones seremos reunidos en el único Dios. Una Imaginación cayó a este mundo fragmentado de aparentes otros, sin embargo, el todo está dentro de cada uno de nosotros. Los enemigos del hombre son aquellos de su propia casa, pues están todos dentro de él. No sabiendo esto, el hombre lucha dentro de sí mismo (lucha contra los aparentes otros) hasta que se da cuenta de que no hay otro, sólo él mismo. Entonces le habla a los demás con la esperanza de que puede convencerse a sí mismo. Y cuando se levanta desde dentro, es llamado de regreso al ser único que él fue antes de que el mundo fuera. La caída en la división fue deliberada para la expansión de Dios en la unidad.


No había otra manera de expandir tu poder creativo que cayendo en la limitación y superándola. A medida que caías tu ser se fragmentaba. Vi esto muy claramente en una visión. Primero, apareció una roca. Luego se fragmentó y cuando se recompuso tomó la forma de un hombre sentado en la postura del loto, meditando, resplandeciendo. ¡Y supe que me estaba viendo a mí mismo! Y cuando comenzó a resplandecer como el sol, me desperté en mi apartamento de Nueva York.


Te estoy contando lo que he hecho, lo que he visto y lo que he experimentado. Cada uno de nosotros tiene un ser dentro que nos está meditando. El Ser en ti y el Ser en todos, forma el único Ser Perfecto, que cayó y se fragmentó. Un día, el ser viviente de cada uno se unirá en el Dios único, que cayó y se fragmentó  


(...) Dios Padre está soñando en la profundidad de tu alma. Es Él quien comenzó una buena obra en ti, y es Él quien la llevará hasta su finalización en el día de Jesucristo. En ese día serás llevado a la misma perfección que el Padre en ti, pues Dios se está soñando en una imagen mayor de sí mismo y tú, el soñador, te estás soñando en la imagen de ti mismo.


(...)  Debes creer que Dios realmente se convirtió en ti para que tú puedas convertirte en Dios – porque Él lo hizo. Su nombre es “YO SOY” ..."

 
En otra conferencia del 22 de marzo de 1968 (Infinitos estados), retoma la visión y su hermenéutica de este modo:

«La unidad se desunió por un propósito. El poder creativo de Dios descendió para experimentar estados de modo que llegara a ser mayor de lo que era antes del descenso. Habiendo unidad en el pensamiento, el poder creativo cayó en la división y será resucitado de vuelta a la unidad del pensamiento una vez más.... Así que cuando hablo de estados estoy hablando de estados de conciencia, actitudes de la mente que crean un cuerpo de creencias.


(...) Y yo te digo: ¡serás como aquél que está en el fondo de tu alma meditándote! Esto lo sé por experiencia. Fue en el año 1936 cuando vi la roca que las escrituras declaran como el Dios que me dio a luz. Un día mientras estaba tranquilamente sentado en el silencio, una roca apareció de repente ante mi vista. Luego se dividió e igual de rápido se volvió a unir en la forma de un hombre sentado en la postura del loto, meditando profundamente. Cuando miré más de cerca descubrí que ¡estaba viéndome a mí mismo! Y entonces supe que cuando se despertara yo no podría desaparecer, ¡sino más bien sabría que yo era él! Esta cosa llamada Neville que está frente a ti es su emanación. Él la trajo a la existencia, y aunque le cortes su cabeza un millar de veces él restaurará su forma eterna a través de la semilla del pensamiento contemplativo.


Nada deja de ser, porque todas las cosas existen en la eternidad y pueden ser traídas a la existencia por este ser meditativo, que se ve exactamente como tú, excepto que elevado a la enésima potencia de la majestad. Nunca has visto tu cara lucir tan hermosa. Nunca la has visto contener tal poder majestuoso, tal fuerza de carácter. Mirándose a sí mismo y sabiendo que no hay otro, mientras brilla como el sol tú regresas al ser que él está meditando en este mundo de mortalidad. Cuando tengas esta experiencia no tendrás nada que ver con nadie que afirme que él o ella es Cristo. No dejarás que nadie te detenga, ya que cuando le veas serás como él. ¿Has visto alguna vez a alguien en este mundo que sea exactamente como tú? Tus hijos pueden parecerse a ti, pero si pones una foto de uno de ellos al lado de la tuya sabrías que serían fotos de personas diferentes, ¿no es cierto? Nadie tiene las mismas huellas dactilares o el mismo olor que otro. Pero cuando conozcas a la roca que te engendró y al Dios que te dio a luz, le conocerás porque serás exactamente como él.


Cuando ves a este ser en la profundidad de tu alma estás viendo al que descendió a estos estados, meditándose a sí mismo. Eres su emanación, su reflejo interpretando los papeles que él sueña. Y cuando él despierta de su descenso y empieza a ascender, ¡eres Él! No hay dos semillas de pensamiento contemplativo en la profundidad del alma que sean idénticas. Todos somos hermanos, y habiendo sido sometidos, cuando regresamos a la unidad somos Dios el Padre».

Por último en su conferencia del 02/19/1969 (La roca) vuelve a rememorar aquella vivencia numinosa:

« Ahora voy a compartir mi experiencia personal de las Escrituras. En 1934, mientras estaba sentado en silencio sin pensar en nada en particular, cerré mis ojos y observé como una dorada pulsante luz salía de mi cabeza. De repente, una roca sólida, tal como un cuarzo, apareció ante mis ojos. Mientras miraba, se fragmenta en trozos pequeños innumerables, y rápidamente volver a montar se a sí misma como una forma humana sentada en la postura del loto. Ya no se trataba de una piedra, pues estaba viva y respiraba.

Mientras miraba, me di cuenta de que ¡estaba viéndome a mí mismo como perfecto! La belleza, la dignidad y la fuerza de carácter que vi en aquel rostro era indescriptible. Era la cara que veo en el espejo cada mañana, mientras me afeito, sin embargo, fue elevado a la enésima potencia de la perfección. Entonces comenzó a brillar, y llegando a la enésima potencia de luminosidad estalló y entonces abrí los ojos para encontrarme a mí mismo en mi habitación en la ciudad de Nueva York.


Vi a Cristo, el poder y la sabiduría de Dios, como una roca - el límite de la contracción y la opacidad. Ahora sé la verdad: que vosotros sois dioses, hijos del Altísimo. Usted dejó la gloria del Padre y se han revestido de carne mortal. Su ser perfecto se encuentra en ti y te está moldeando a Su Semejanza. Y cuando estéis perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto, ya no seréis dos, sino uno..! ».


 ¿Y qué entiende Neville qué es Cristo? Varias cosas pero, fundamentalmente, Sabiduría y Poder Creativo de la Imaginación Divina que ha de despertar-resucitar en cada psique humana.

Dos apuntes más que añaden más significados a la "roca" en Neville. En la lección cuarta de 1948 (A nadie hay que cambiar sino a uno mismo", dice: "
Permaneced fieles al conocimiento de que vuestra conciencia, vuestra YO SOYdad, vuestra conciencia de ser conscientes de la única realidad, es la roca sobre la que todos los fenómenos pueden ser explicados. No hay explicación fuera de eso. No sé de ninguna concepción clara del origen de los fenómenos salvo que la conciencia es todo y todo es conciencia". Y en la respuesta 30 de dice Neville: "Tu conciencia es la roca sobre la que todas estructuras descansan".

Y acabamos con una referencia a San Pablo, en Corintios 10:4, interpretando el pasaje de la roca del desierto que da agua a los israelitas al ser tocada por la vara de Moisés:  "... y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de una roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo".

La Roca en el Antiguo Testamento

Una de las peculiaridades esotéricas de Neville es que se basaba en la Biblia para interpretar sus visiones extáticas como texto sagrado fundamental. Algunas referencias bíblica da respecto a la roca, pero hay muchas más de las citadas por Neville. He aquí unas recopilación del Antiguo Testamento que hemos efectuado sin ánimo de ser total. Téngase en cuenta, eso sí, que el Nombre de Dios es YOSOY, y que por no pronunciarlo ponían en su lugar la palabra "Señor" (Adonai).


Deuteronomio 32:4  " Él es la Roca, cuya obra es perfecta".

Deuteronomio 32:18 "Despreciaste a la Roca que te engendró, y olvidaste".

1 Samuel 2:2 "No hay santo como el Señor; en verdad, no hay otro fuera de ti, ni hay roca como nuestro Dios".

2 Samuel 22:2 "Y dijo: El Señor es mi roca, mi baluarte y mi libertador;
Y dijo: "El SEÑOR es mi roca, mi baluarte y mi libertador".

2 Samuel 22:3 "Dios es mi Roca, en Él confiaré; mi escudo, y el cuerno de mi salvación, mi fortaleza alta y mi refugio; mi Salvador, tú me libras de violencia".

2 Samuel 22:32 "Pues ¿quién es Dios, fuera del Señor? ¿Y quién es roca, sino sólo nuestro Dios? ..."

2 Samuel 22:47 "El Señor vive, bendita sea mi roca, y ensalzado sea Dios, roca de mi salvación".

 Salmo 18:2 "El Señor es mi roca y mi fortaleza; es mi libertador y es mi Dios, es la roca que me da seguridad; es mi escudo y me da la victoria".

Salmos 31:3 "Porque tú eres mi roca y mi fortaleza, y por amor de tu nombre
me conducirás y me guiarás"

Salmo 71. "Dios, tú eres mi roca, mi fortaleza" .

Salmos 89:26 "El clamará ante mí: Mi Padre eres tú, mi Dios y la roca de mi salvación".

Salmos 92:15 "...para anunciar cuán recto es el Señor, mi roca, y que no hay
injusticia en Él".

Salmos 94:22 "Pero el Señor ha sido mi baluarte, y mi Dios la roca de mi refugio".

Salmo 95. "El Señor es la Roca que nos salva, partamos a su encuentro dando gracias".

Salmos 144:1 "Bendito sea el Señor, mi roca, que adiestra mis manos para
la guerra, y mis dedos para la batalla".
 

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