miércoles, 1 de mayo de 2013

La Gran Madre como arquetipo en Erich Neumann



Transcribimos el resumen que hace de la concepción junguiana expuesta por Erich Neuman del  arquetipo de la Gran Madre la ensayista Guadalupe Cárdenas en su monografía "El arquetipo de la madre terrible en Peregrinos de Aztlán de Miguel Méndez M". Y desde luego alentamos la lectura del libro La Gran Madre. Una fenomenología de las creaciones femeninas de lo inconsciente (Erich Neumman, Editorial Trotta, 2009), del que hemos tomado los cuadros esquemáticos complementarios.

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Introducción

 Neumann nos dice que, antes de que se cristalizara el arquetipo de la Gran Madre -y más tarde el de la Madre Terrible-, existían dos etapas previas.

La primera la designa con el nombre de «uroboros». De origen griego, el vocablo quiere decir «la serpiente circular que se muerde la cola» (Neumann, Origins, 10). La serpiente circular es el símbolo del estado original del tiempo. Psicológicamente hablando, es la época perfecta del mundo y, por consiguiente, del hombre donde los opuestos coexisten en armonía. Aquí aparece el arquetipo primordial intacto; todavía están unidos los genitores del mundo: el macho y la hembra, el cielo y la tierra; y el alfa y el omega (Neumann, Origins, 18). Todo lo que se encuentra dentro del uroboros, del círculo, experimenta una existencia pacífica. Reina la paz porque no se han diferenciado los elementos positivos de los negativos en su antítesis, o sea, el uroboros « mata,contrae nupcias y se impregna a sí mismo. Es hombre y mujer, engendra y concibe, devora y da vida, es activo y pasivo, todo esto a un tiempo» (Neumann, Origins, 10). La psique percibe este estado cómo una totalidad en sí.


En la segunda etapa, el arquetipo de la Gran Madre va tomando forma distintiva. Ya se han separado los genitores del mundo. El macho y la hembra aparecen en sus figuras respectivas: el arquetipo femenino y el arquetipo masculino (aquí trataremos del principio femenino, dejando de lado el desarrollo del arquetipo masculino y, por extensión, el Gran Padre, puesto que esto constituiría otro estudio aparte). El arquetipo femenino a este nivel contiene elementos femeninos y masculinos, pero la cantidad mayor del uno o del otro determina el sexo dominante, así como el porcentaje más alto de un cierto cromosoma de termina el sexo del feto. En el presente caso predomina la dimensión femenina. A estas alturas también existen elementos positivos y elementos negativos, pero la psique no puede distinguir la diferencia entre ambos ni ordenarlos de tal manera que puedan fácilmente comprenderse sus consecuencias respectivas.

Por fin, del arquetipo primordial emerge la figura de la Gran Madre. Los elementos positivos y negativos, a los cuales aludíamos antes, ahora se ordenan de tal manera que se pueden distinguir tres configuraciones del arquetipo femenino: la buena, la mala y la combinación de ambas. O sea, la Madre Buena, que contiene los elementos positivos femeninos (y masculinos); la Madre Terrible, que contiene los elementos negativos femeninos (y masculinos); y la Gran Madre, que contiene elementos positivos y negativos y que hace posible la síntesis de ambas imágenes. Las tres juntas forman un grupo arquetípico cohesivo.

Después de lo expuesto, nos preguntamos ¿cuál es la importancia de dicha imagen, ya que no es algo tangible: su importancia radica en el fenómeno conocido por el término «proyección». Por medio de este mecanismo, el ser humano puede proyectar una imagen interna en el mundo externo para asignarle una realidad objetiva a la misma. Y , tratándose de un arquetipo que proviene del inconsciente colectivo, Jung nos asegura que puede tomar tantas formas como haya individuos. Es más, nos dice que un solo individuo está capacitado para generar un número inagotable de formas ya que son imágenes cuya presencia es eterna (Jung, Archetypes, 42). El ser humano llegó al mundo equipado biológicamente para poder adaptarse a su medio ambiente. Lógicamente se puede hacer la misma analogía al nivel psicológico.

Todo individuo, para resumir, tiene la capacidad, por medio de la proyección, de darle realidad objetiva a una cantidad infinita de imágenes. Esto se ha hecho desde que el ser humano ha existido y continuará haciéndose mientras exista. El autor o artista es prueba concreta de dicho proceso. Al proyectar o exteriorizar las imágenes de su psique, nos permite vislumbrar su mundo psicológico y, a la vez, termina por ser un individuo más que se suma al grupo de los que se han dejado influir, a través del tiempo, por la imagen del arquetipo femenino. Se han dejado influir en el sentido que obedecen a esa necesidad psicológica de concretar aquellos pensamientos y sentimiento s que surgen del inconsciente colectivo y que claman por salir al mundo para cobrar vida.

En vista de lo que acabamos de decir, conviene aclarar que los arquetipos son entidades autónomas: tienen su propia existencia y no están necesariamente bajo el control directo del individuo. La psique solamente los aloja o actúa como recipiente de ellos. Una fuerza superior al individuo que al artista lo obliga a exteriorizar sus visiones (Jung, Modern Man,152-172). Estas se hacen ver en su producto artístico y, de la misma manera, se convierten en una realidad objetiva y vital.




 La Gran Madre


El vocablo «madre», con sólo enunciarse, evoca en la mente de cada ser humano múltiples imágenes. Tales imágenes pueden tomar un aspecto negativo, positivo, o negativo y positivo a la vez, de acuerdo a las experiencias, sueños y visiones del individuo. Estas son las tres posibilidades, según lo que ha dicho Neumann en su explicación sobre la evolución del arquetipo de la Gran Madre. Lo
importante es que las afirmaciones que hace no son gratuitas: lo comprueba con todo tipo de arte plástico, como artefactos, estatuas, esculturas, pinturas, cuadros y dibujos que datan desde la antigüedad hasta la época moderna; pasando por las etapas intermedias. Son pruebas conocidas de la Gran Madre que hemos heredado a través de la historia. Uno de los méritos del trabajo de Neumann radica precisamente en que supo cómo reunir un conjunto masivo de pruebas visuales para apoyar su hipótesis en cuanto a la fragmentación tripartita de la configuración de la Gran Madre.

A pesar de que la imagen de la Gran Madre se divide en tres entidades, las características esenciales del conjunto de las tres figuras se reducen a dos: lo bueno y lo malo...

J. C. Cooper, en su enciclopedia de símbolos, nos proporciona una definición muy útil de la mujer y, por extensión, de la Gran Madre. Dice que la mujer es "La Gran Madre, la Gran Diosa, lo femenino simbolizado por la luna, la tierra y las aguas; los poderes instintivos en oposición al orden masculino racional. Es un simbolismo altamente complejo, puesto que la Gran Madre puede ser benéfica y amparadora o maléfica y destructiva; es tanto la guía espiritual como la sirena y seductora, la Virgen Reina del Cielo y la arpía y ramera, la sabiduría supremay la locura abismal es la complejidad total de la naturaleza" (Cooper, Encyclopedia, 194)

Casi idéntica a la de la mujer, es la definición que nos da de la Gran Madre: "La naturaleza, la Madre universal, señora de los elementos, criatura primordial del tiempo, soberana de todas las cosas espirituales, reina de los muertos, reina también de lo inmortal... las sanas brisas del mar, los silencios lamentables del mundo subterráneo. Ella es la feminidad arquetípica, el origen de toda la vida; ella simboliza todas las fases de la vida cósmica, reuniendo todos los elementos, tanto los celestiales como los infernales: Ella nutre; protege, da calor, contiene en sí y, al mismo tiempo, se contiene en las terribles fuerzas de disolución, de voradora y repartidora de la muerte; ella es la creadora y alimentadora de toda vida y es su tumba".(Cooper, Encyclopedia, 108)

La mujer y la Gran Madre son una y la misma [esta equiparación es falsa -opino como coordinador de jungmundoimaginal, puesto que el ser humano es un "apéndice psicosomático" del arquetipo psicoideo: ojo con esta confusión proyectiva que psíquicamente parecen fundirse y no distinguirse por la mente no despierta]. Y la característica que más sobresale de las dos citas es la ambivalencia o dualidad de tales imágenes, como ya se ha señalado.

La Madre Buena

Como hemos dicho, los elementos positivos de la Gran Madre se cristalizan en la figura de la Madre Buena. Esto, obviamente, significa todo lo benéfico que fluye de tal configuración, y que, por consiguiente, el ser humano ha experimentado en su vida a través del tiempo y del espacio. Además, todo lo bueno que el individuo experimenta está basado en una realidad inmediata y personal. Es decir, que el individuo, cuando todavía es nido, experimenta el arquetipo de la Gran Madre en la figura de su propia madre. Por medio del «proceso de la proyección», la Madre Buena y la madre real se convierten en una misma realidad (Neumann, Mother, 15).

El individuo no podrá separar las dos entidades hasta más tarde en la vida. Es más, podría decirse que la madre en sí no tiene mayor importancia. Lo que importa es que, en esta etapa, el individuo depende de una persona para su sobrevivencia sea o no sea ésta la madre natural. Cualquier persona femenina que satisfaga estos requisitos, llega a constituir la madre y, por extensión, la Madre Buena.

Ahora bien, esta indiferenciación y aparente fusión entre la imagen de la Madre Buena y la madre concreta se debe a que sus funciones respectivas son muy parecidas. Por ejemplo, la madre, al nivel concreto y, por extensión, la Madre Buena al nivel abstracto contiene en sí y protege, da a luz y alimenta. Es ella también quien determina cómo, cuándo y dónde se formará el individuo. Tradicionalmente, la crianza de los hijos ha sido mayormente la responsabilidad de la madre. De esto se desprende entonces que, durante los primeros años de la vida, la figura de la madre predomina en el desarrollo psicológico y biológico del individuo. Ella se esmera por producir un individuo bien equilibrado que, más tarde en la vida, él exigirá su independencia para funcionar en el mundo por su propia cuenta.


Psicológicamente hablando, ésta es la batalla más difícil para ambos. La madre, por una parte, después de tanta devoción y cuidado que le proporcionó a la criatura, se ve obligada a soltarla y liberarla. Esta, a su vez, también se ve forzada a independizarse. Sin la cooperación mutua, esta evolución no se puede llevar a cabo armónicamente. Siempre que la madre busca el bienestar del individuo, es la Madre Buena. De esta manera, se entiende cómo lo concreto y lo abstracto se funden hasta tal punto que vienen a representar la misma cosa.

No cabe duda que el hombre ha experimentado la imagen de la Madre Buena al nivel universal e impersonal. La mujer es la Madre de la raza humana. Ella da y genera vida. Sin embargo, el ser humano depende de la tierra y necesita de lo que nace de ella para poder sobrevivir. A causa de que la tierra es también fuente de vida se la equipara a la mujer o viceversa, en su aspecto positivo. Este hecho es importante , ya que la imagen de la Madre Buena ha pasado por muchas fases y ha tomado innumerables formas a través del tiempo. En términos míticos, es la Diosa de la Fertilidad que asegura la perpetuidad del hombre; es la Diosa de la Agricultura que permite la alimentación del hombre; y, al fin de cuentas es la Madre Tierra y la Vida misma que reina sobre todo lo que nace de ella, ya sea flora, fauna o ser humano. Las diversas culturas antiguas dejaron rasgos de los ritos, orgías y festivales que se llevaban a cabo en conexión con el culto a la Gran Diosa durante esta época pagana.

A medida que el ser humano experimenta avances culturales, la imagen de la Madre Buena también sufre otras transformaciones. Dichos cambios, a diferencia de las diosas mitológicas, toman un aspecto espiritual que hasta ahora no se habían visto. En otras palabras, damos un paso de la materialidad -fuente de vida biológica- a la espiritualidad -fuente de vida psíquica-. La configuración, a la vez, pierde su carácter de diosa fabulosa para cobrar valor como concepto y alegoría. En términos espirituales, entonces, la Madre Buena es Sofía, manantial de sabiduría que inspira y conduce al hombre al conocimiento de la vida; es Filosofía, que dirige la instrucción del hombre; en fin, es la Musa o Inspiración, que permite la transformación espiritual del hombre a través de la poesía, de los sueños, de la fantasía y de las visiones.

Más tarde, el judeocristianismo occidental, por razones bien conocidas, destrona y suprime la imagen de Filosofía-Sofía a medida que los matriarcados llegan a convertirse en patriarcados. Una vez que se establecen culturalmente estos últimos, todo se explicará desde una perspectiva masculina, con su preferencia por lo abstracto y racional. Se impondrá su supremacía sobre el principio femenino. Es cierto que la Madre Buena ha sobrevivido en la época moderna en forma de la Virgen María y sus variantes, como la Virgen de Guadalupe; perotermina relegada a un papel secundario. Es decir, queda subordinada a la sombra de la figura del Hijo.

Esto se debe al prejuicio que llevan consigo las explicaciones unilaterales masculinas. Toda sociedad que se considera patriarcal, en un tiempo remoto, fue precedida por un matriarcado (Neumann, Mother, 331). Alparecer, el substrato matriarcal se suprimió con violencia, ya que el hombre, biológicamente, es más fuerte que la mujer y la infraestructura económica, controlada por el hombre, ayudó a este proceso. Pero, a pesar de todo, aún quedan vestigios de esas etapas.


 La Madre Terrible


La Madre Terrible es la contraparte negativa de la Madre Buena y esta imagen comprende todas las experiencias psíquicas de índole perniciosa que ha sufrido el ser humano. Pero, a diferencia de la Madre Buena, cuyas diversas manifestaciones tienen correspondencias concretas en el mundo externo, las variantes de la Madre Terrible emanan del mundo interno del individuo (Neumann, Mother, 147-150). En otros términos, la imagen de la Madre Buena parte de un hecho básico y visible la relación humana entre madre y criatura [erróneo: el arquetipo es psicoideo, suprahumano, anterior a la vivencia-consciencia humana, digo como coordinador de jungmundoimaginal]. En el caso de la Madre Terrible, esta relación en sí no existe, ni se pueden encontrar los atributos físicos de la Madre Terrible en el mundo externo. Más tarde expondremos las razones. Por el momento pensemos en la leyenda muy mexicana de La Llorona.

La Madre Terrible surge de la angustia, del miedo y del terror que el individuo siente dentro de su ser y ante el misterio de lo incógnito. Por esta razón, la Madre Terrible siempre ha tomado la forma de un monstruo o de una quimera. Todo lo que viene del interior está relacionado con el mundo nocturno por pertenecer al inconsciente y por no poder explicarse racionalmente. En cualquier parte de la tierra, ya sea en Egipto, la India o México, dichos seres fantásticos deben su origen al mundo interno del ser humano y no al externo. Pertenecen al inconsciente colectivo, en particular al dominio de la Madre Terrible.

Al igual que la Madre Buena, la Madre Terrible no sólo ha dejado impresa su huella en las épocas antiguas, sino que también sigue vigente en la actualidad. Se hizo ver en las mitologías y cuentos de diferentes culturas, gentes y países, además de las artes plásticas. Y hoy todavía nos acosan espectros, fantasmas, brujas y vampiros en nuestros sueños y pesadillas. Todos estos son diferentes motivos de la misma configuración que engendran al lado oscuro del arquetipo femenino. Estas figuras horripilantes subrayan la dimensión oscura y abismal de la vida y de la psique humana, así como el mundo, la vida, la naturaleza y el alma sintieron las fuerzas benévolas de la Madre Buena en forma de alimentación, amparo y calor. Lo opuesto ocurre con la imagen de la Madre Terrible. Por eso, el individuo ve y siente el peligro y la destrucción de que es capaz la Madre Terrible. Se manifiesta en forma de muerte, caos, conflicto, pena, dolor y sufrimiento. La guerra, la enfermedad y el hambre, sobre todo, componen su batallón de aliados (Neumann, Mother,149).

En resumidas cuentas, la Madre Terrible es la Diosa de la guerra, es la Reina del Mundo Subterráneo, y es la Madre Tierra, cuya matriz, que en su aspecto positivo engendra vida, se convierte también en tumba y sepulcro de todo lo que vive: la flora, la fauna y la especie humana, todas sujetas a su voluntad. Las dos figuras se complementan: la Madre Terrible es tan necesaria como la Madre Buena. Ésta da vida y aquélla la quita, para establecer de nuevo el ciclo vital [esta ambivalencia no comprendida como complementaria es el origen de gnosis dualistas y otros dualismos mentales y religiosos, opino como coordinador de jungmundoimaignal]. Para el mexicano/chicano es la Virgen de Guadalupe y es también La Llorona. Solamente alternándose puede la una alimentarse y vivir de la otra.

Otros párrafos seleccionados para jungmundoimaginal


Según las innumerables mitologías de las diferentes razas, toda vida emana de una de tres fuentes primordiales: el mar,el cielo o la tierra. Estas, a su vez, tienen un elemento en común: la oscuridad (Neumann, Mother,212). Dicho elemento es pre-cosmogónico y toda clase de luz nace de las tinieblas [el doble carácter de la tiniebla-noche-oscuridad hay que contextualizarlo debidamente a través de René Guénon, opino como coordinador de jungmundoimaignal, OJO! ]. O sea, todos los cuerpos celestes que producen o emiten luz, como la luna, las estrellas y el sol, se consideran «hijos» de la Madre Nocturna (Neumann, Mother, 212).

(...)

Nos dice Neumann que el consciente/ego nace de una fuente más grande y superior a sí mismo: el inconsciente. Por supuesto, éste es femenino y aquél masculino. Como parte minúscula de la totalidad llamada psique, el ego corre el constante peligro de ser absorbido o «tragado» por la materia prima que le dio a luz. Para el ego, «lo femenino es sinónimo del inconsciente y del no-ego, por tanto de la oscuridad, de la noche, del vacío y del pozo sin fondo» [en su doble aspecto positivo-negativo, es fuente creativa constante de Vida-Consciencia y temible devorador de la pequeña consciencia del ego, aclaro como coordinador de jungmundoimaginal].

"Lógicamente, entonces, la madre, el vientre, el pozo y el infierno son idénticos. El vientre de la hembra es el lugar de origen de donde provino una vez y, por tanto, toda hembra es, como todo vientre, el vientre primordial de la Gran Madre de donde todo se origina, el vientre del inconsciente. Ella amenaza al ego con el peligro de la autodestrucción, de la autopérdida, en otras palabras, con la muerte y la castración". (Neumann, Origins, 158)

.(...)

El ego, para asimilar al arquetipo femenino y desarrollarse normalmente, tiene que enfrentarse y aniquilar a la Madre Terrible. En este enfrentamiento el ego se equipara a un héroe y la Madre Terrible a una dragona (Jung, Symbols, 259, 374). Al triunfar el héroe/ego, el arquetipo toma su lugar debido, contribuyendo al bienestar psicológico del individuo. Pero antes retrocedamos un poco y averigüemos cómo se va a llevar a cabo dicho matricidio, ya que todo lo que respira aire está biológica y  sicológicamente a su disposición ... Sobre todo en esta etapa matriarcal en la que ella es todopoderosa: «en el matriarcado... el inconsciente reina supremo» (Neumann, Origins, 168), y de la cual aquí nos ocupamos. Es su hijo/esposo /hermano simultáneamente y existe exclusivamente para complacerla a ella . Su misión, en este periodo, es la fecundación de la estéril Madre Terrible...

1 comentario:

  1. Hola Angel, te envio esta dirección que seguro te resultara interesante. No esta relacionado con la entrada actual, pero si con Juan Eduardo Cirlot.

    http://www.lavanguardia.com/hemeroteca/20130511/54373347565/poeta-compositor-simbolismo-critico-de-arte-mistica-ocultismo.html

    Un saludo

    Juan Manuel

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