jueves, 6 de enero de 2011

Carta de Jung sobre el niño divino del renacer espiritual en la mujer

De una carta de Jung a Joan Corrie, de finales de 1919 o primeros días de 1920. Comentarios que hace Jung analizando un sueño de J.Corrie.


"El centro de uno mismo no es necesariamente el ego consciente. Es algo mucho mayor.

Usted tiene lo necesario: el dios vive en su interior. Pero necesita más introversión (segundo sueño) para percibir esa voz. Es una voz tenue de un niño pequeño, pero poderosa y llena de sabiduría.

El niño no viene de ninguna parte, no existía hasta que ha sido generado por uno en todas partes, donde se ha ocultado como un dios desmembrado y disperso. Este niño en su infinita pequeñez es la individualidad que usted desarrolla, y con práctica, es un dios: más pequeño que lo pequeño, pero más grande que lo grande. El creador primigenio del mundo, la libido creativa ciega, se transforma en hombre a través de la individuación, y de este proceso -que es como el embarazo- nace el niño divino, un niño renacido, ya no disperso entre los millones de criaturas, sino como uno y este individuo, y al mismo tiempo todos los individuos, lo mismo en usted que en mí.


La doctora Long tiene un librito: VII Sermones ad Mortuos (Siete Sermones a los Muertos). Allí encontrará la descripción del creador dispersa en sus criaturas, y en el último sermón verá el comienzo de la individuación, de la cual nace el niño divino.

Por favor, no hable de estas cosas con otras personas. Podría dañar al niño. El niño es destino, "amor fati" [el amor del destino], guía, necesidad, paz y satisfacción (Isaías, 9.6). Pero no se permita a sí misma dispersarse en personas, opiniones y discusiones. El niño es un nuevo dios, nacido en muchos individuos, pero ellos lo ignoran. Es un dios "espiritual". Un espíritu en muchas personas, aunque uno sólo y el mismo en todas partes. Manténgase... y experimentará estas cualidades".


Hasta aquí la selección del texto de la carta. Conviene añadir -me temo- alguna aclaración adicional.

Marie-Louise Von Franz en su libro monográfico sobre el Puer Aeternus dice: "Puer Aeternus es el nombre de un dios de la antigüedad. Estas palabras proceden de las Metamorfosis de Ovidio y allí se aplican al niño dios de los misterios eleusinos. Ovidio habla del niño dios Iacchus, llamándole puer aeternus y alabando su papel en aquellos misterios. En épocas posteriores, el niño dios fue identificado con Dionisos y con el dios Eros. Es el joven divino que nace de noche en este típico misterio del culto materno de Eleusis, y es un personaje redentor. Es un dios de la vida, la muerte y la resurrección –el dios de la divina juventud, correspondiente a dioses orientales como Tammuz, Attis y Adonis. Así, el rótulo puer aeternus significa "joven eterno", pero también lo empleamos para designar cierto tipo de hombre joven que tiene un destacado complejo materno y por tanto una serie de comportamientos característicos, que intentaré describir seguidamente". 

En esta carta de Jung a la que fue discípula suya, Joan Corrie, este "puer aternus" naciente no tiene que ver, obviamente, con ese complejo materno... Estamos -creo yo- ante una descripción junguiana de de los prolegómenos del renacimiento psíquico en la mujer utilizando un lenguaje mistérico y gnóstico, que es en el que Jung estaba inmerso en aquella época y con el que interpretaba el proceso de individuación en clave vía iniciática junguiana.

POST-DATA del 8 de enero-2010

Veo que ayer -siete de enero- que Raúl Ortega ha publicado un largo comentario a este post en su Bitácora de la Odisea, muy juicioso junguianamente hablando. Recomiendo su lectura.

Y no he podido por menos que añadir lo siguiente a su comentario:

"Bien por tu comentario Raúl a este post que he puesto en mi blog. El Sí-Mismo es el padre-madre-Todo del psiquismo, desde una perspectiva junguiana, así que es evidentemente “inflaccionista” atribuir al “ego” la conscienciación de esa “chispa divina” en la que el alma humana está inmersa. Puede deberse a una forma simple de explicarse Jung ante una persona lega, para que lo entendiera más fácilmente. Puede deberse a que por aquella época atribuía al ego una importancia decisoria que dejó de dársela posteriormente hasta el punto de afirmar que el ego no era sino un complejo más, importante sí, evidentemente, pero “un complejo”, no el Centro (como ya lo aventura aquí, por cierto). En fin…
No he leído el monográfico de Von Franz sobre el Puer Aeturnus, aunque lo tengo desde hace un año… pero no me sentí movido a leerlo (sí en cambio otros libros de Von Franz, que lo he hecho con mucho agrado). Y no puedo hablar sobre el Puer Aeternus porque es un “arquetipo” sobre el que no he investigado, como sí lo he hecho en otros… así que poco más puedo añadir".

1 comentario:

  1. ES ASI,HAY QUE DEJAR QUE EL NIÑO QUE LLEVAMOS DENTRO RENAZCA COMO ES,TAN SABIO ,EL ES ESA CHISPA DIVINA EN CADA SER HUMANO Y EN TODAS LAS COSAS,EN LO ESPIRITUAL Y EN LO HUMANO CAMINAN JUNTOS, LO ESPIRITUAL SIN LO HUMANO NO EXISTE NO ABRIA ENSEÑANZA POSIBLE Y EL SER HUMANO SIN LO ESPIRITUAL SERIA EL CAOS.SOMOS UN TODO PARTE DEL TODO.

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