DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN. EL NUEVO PARADIGMA CUÁNTICO
Soria, 4 de octubre de 2008
Desde el solsticio hasta el día de hoy estuve releyendo diversos capítulos de varios libros de Jung y de sus discípulas en torno a la incognoscible naturaleza primigenia de la psique y de la materia. También leí a otros autores sobre lo que se ha venido en llamar como el nuevo paradigma cuántico que, más allá de su ámbito científico centrado en la microfísica, ha alentado a diversos pensadores –Jung incluido, y especialmente a la que fue quizás su mejor discípula, Marie Louise von Franz- a encontrar analogías-conexiones-derivaciones en la psique e, incluso, en la relación cuerpo-mente.
Es lamentable que el paradigma cuántico siga siendo un gran desconocido por la inmensa mayoría de las personas, pese a haber transcurrido tres cuartos de siglo desde que la física clásica mecanicista sobre la materia, el espacio y el tiempo surgida a partir de Newton quedase puesta en entredicho científicamente por la serie de paradojas descubiertas por la física cuántica subatómica, y también por la teoría de la relatividad de Einstein. Nos siguen educando con el paradigma físico mecanicista, desgraciadamente, y ello hace que veamos al Universo, a nuestro planeta y a las cosas, “sin alma”, considerando únicamente como real todo aquello que nuestros sentidos captan físicamente.
La materia, lo físico, es algo muy distinto a lo que percibimos a través de los cinco sentidos corporales, nos dicen físicos que han recibido Premios Nobel. Es más: nuestro propio cerebro mismo nos engaña a la hora de interpretar tales percepciones, según los últimos descubrimientos de la neurobiología. La investigación científica se basaba en la premisa de la objetividad: el científico no influía en los fenómenos repetibles cuyos resultados, analizados en función de los parámetros estadísticos, le servían para reafirmarse en su visión mecanicista clásica. La teoría de la relatividad de Einstein mandó esta presunción al carajo. Al mismo tiempo, los resultados obtenidos en la microfísica por una serie de científicos que obtuvieron Premios Nobel por tales descubrimientos (Bohr, Schrödinger, De Broglie, Heisenberg, Pauli..) terminaron de rematar la prerelación decisiva del observador en el resultado final del experimento.
Tan solo si echamos mano de los denominados Principios de Complementaridad y la Relación de Incertidumbre, y le agregamos además la Paradoja Einstein-Podolsky-Rosen, queda desmantelada en sus raíces la visión mecanicista y determinista que nos ha marcado la ciencia desde los Principiae de Newton (1684).
Hay un corto ensayo de Arthur Koestler que resume muy bien todo esto a lo que me estoy refiriendo, titulado “Física, Filosofía y misticismo” (incluido en el libro La vida después de la muerte). Asimismo, el físico Fritjof Capra, con su libro El tao de la física abrió los ojos a muchas personas, y tras él vinieron otros muchos investigadores que han recogido sus argumentos y los han ampliado. Y mucho antes, Jung, que tuvo la fortuna de mantener una fluida correspondencia epistolar con Wolfgan Pauli entre 1932 y 1958, ya vislumbró una serie de correlaciones entre la Física Cuántica y sus estudios de Psicología Profunda que le sirvieron para darle un apoyo científico-microfísico a una de sus teorías más paradigmáticas: la Sincronicidad.
“El modelo del universo como un mecanismo de relojería, típico del siglo XIX, se ha derrumbado; por otra parte, con el advenimiento de la teoría cuántica y de la relatividad, el mismo concepto de materia ha perdido toda solidez, de forma que el materialismo ya no tiene derecho a proclamarse una filosofía científica”, concluye Koestler.
Que los electrones sean simultáneamente algo tan opuesto como corpúsculos y ondas, que las expectativas del observador repercutan en el resultado del experimento, que según se utilice un objeto de medición u otro el resultado sea distinto; el hecho de que si a dos electrones de un mismo átomo se les redirige en direcciones opuestas y, por muy alejados que lleguen a estar, la interferencia que se lleve a cabo en uno de ellos va a repercutir en el otro; que las partículas subatómicas estén tan distanciadas entre sí, proporcionalmente, como lo está la Tierra del Sol en medio de un gran vacío… ¡¡¡ es alucinante !!! Claro que, no tanto, para el sentido común, que el ver cómo el sol sale por el este, recorre el firmamento, y se pone por el occidente, día tras día, cuando resulta que todo ello es un engaño sensorial y conceptual: no hay tal circuito solar sino que es la Tierra la que, en su giro de rotación -¡y a unas velocidades mareantes!-, origina tal percepción homocéntrica-geocéntrica.
Edwin Schrödinger, que compartió el Premio Nobel con Heisenberg, en 1931, nos asevera que la partícula elemental (electrones, protones, fotones, mesones, quarks…) carece de mismidad, de identidad personal, que no es una cosa: “… debemos negar a la partícula la dignidad de ser un individuo absolutamente identificable (…) El átomo carece de la propiedad más primaria que asociamos con un fragmento de materia en la vida cotidiana. Algunos filósofos del pasado, si a ellos se les diera la palabra, opinarían que el átomo moderno no consiste en materia alguna, sino que es forma pura”.
Koestler lo tiene claro al leer esta afirmación de Schrödinger, el físico que mayor responsabilidad ha tenido en ese desmantelamiento cuántico del concepto de materia: “Las partículas elementales, los presuntos «ladrillos» del universo, habían perdido su identidad, no consistían en materia alguna sino que eran forma pura, en otras palabras, esos ladrillos eran un espejismo, una ilusión, el velo de Maya”.
Fritjof Capra incide en lo mismo: “En la física moderna, la masa ya no es una sustancia material, ni tampoco se considera que las partículas estén compuestas de algún elemento, sino que son un haz de energía… No hay que observarlas como objetos estáticos de tres dimensiones, como bolas de billar o granos de arena, sino como formación cuatridimensional en el espacio-tiempo, Las partículas subatómicas son estructuras dinámicas que tienen un aspecto espacial y un aspecto temporal. El primero les permite manifestarse como objetos con una cierta mas a, y el segundo como procesos con la energía correspondiente”.
Los descubrimientos de la Física Cuántica nos lleva a un Universo en el que todos sus elementos –indiferentemente a su composición física-bioquímica, tamaño o proximidad/lejanía están interconectados, ligados, entrelazados. Dicho en palabras del físico David Bohm: “Suele reconocerse que la teoría cuántica tiene características asombrosamente novedosas (…) Sin embargo, se ha enfatizado muy poco lo que, a nuestro criterio, constituye la característica más distintamente novedosa, a saber, la íntima interconexión de los diversos sistemas que no están en contacto espacial. De esto hemos tenido una clara revelación especialmente a través de los famosos experimentos de Einstein, Podolsky y Rosen (…) Últimamente, el interés en esta cuestión ha sido suscitada por el último trabajo de Bell, quien obtuvo criterios matemáticos y precisos, distinguiendo las consecuencias experimentales de dicha característica de la «interconectividad cuántica de los sistemas distantes» (…) Así, uno es llevado a una nueva noción de «ininterrumpida totalidad» que niega la idea clásica de que el mundo sea analizable en partes que existan separada e independientemente”.
No otra cosa ha dicho, desde el Rig Veda, la Philosophia Perennis, con sus paralelismos entre el Macrocosmos (el Universo) y el Microcosmos (Anthropos, Adam Kadmon, Al Insanul Kamil, Hombre Perfect, Hombre Universal…), siendo el hombre corriente, a su vez, un reflejo –emanación, que diría Plotino- del Microcosmos, pues tan solo debe transformar en acto lo que ya contiene dentro de sí en potencia.
Entre los estudiosos de las derivaciones filosóficas de la Física Cuántica está adquiriendo cada vez más valor el paradigma holográfico que toma como referente concreto lo que acontece con un holograma cortado en mil fragmentos: cada uno de los trozos reproduce la imagen holográfica en su totalidad, si bien cuanto más pequeño es el cachito partido menor información aporta aunque conserva la Gestalt, esto es, la configuración del todo. “Algunos neurofisiólogos creen que ofrece un modelo para el almacenamiento de las memorias en el cerebro. El místico diría que eso sólo confirma lo que él ya sabía, que «todo está unido», que la parte puede contener al todo, que el microcosmo refleja al macrocosmo y a su vez se refleja en él”, apunta Koestler.
El siguiente paso deductivo es evidente: si en “lo material” resulta que “todo está unido”…¡lo mismo acaecerá en cuanto al psiquismo, y no digamos ya si nos referimos al Espíritu!..
Leamos lo que dice, al respecto, Schrödinger, Premio Nobel, físico cuántico … y metafísico: “Obviamente sólo queda una opción, o sea, la unificación de las mentes o conciencias. Su multiplicidad no es sino una apariencia. En verdad sólo hay una Mente. Esta es la doctrina de los Upanishad. Y no solo de los Upanishads… Permítaseme citar un texto de Az Nafafi, místico persa musulmán del siglo XIII: «A la muerte de cada criatura viviente, el espíritu retorna al mundo espiritual, el cuerpo al mundo corporal. En éste, no obstante, los cuerpos están sujetos a mudanza. El mundo espiritual es un solo espíritu que se yergue como a trasluz detrás del mundo corporal y que, cuando nace una criatura, resplandece a través de ella como si fuera a través de una ventana. Según el tipo y tamaño de la ventana, penetra más o menos luz en el mundo. La luz en sí misma, sin embargo, permanece inmutable»”.
Asimismo Schrödinger, al final de su libro What is life? (1944) –obra que, según leo en según las memorias de James Watson, DNA, The Secret of Life, le inspiró a investigar los genes, lo que le llevó al descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN- dice: “Desde los grandes Upanishads la ecuación Atman=Brahman (el Sí Mismo de cada persona es idéntico a lo Absoluto que es eterno y todo lo abarca) fue considerada en el pensamiento hindú como representativa de la quintaesencia de la penetración más profunda de los acontecimientos del mundo (…) La consciencia es un singular cuyo plural se desconoce. Sólo hay una cosa y lo que parece una pluralidad es meramente una serie de aspectos diversos de lo mismo, producida por un engaño (Maya); idéntica ilusión se produce en una galería de espejos…”.
La mente inquisitiva de ese gran pensador que fue Arthur Koestler resume lo que hemos comentado hasta aquí, de la siguiente forma: “La física cuántica ha resultado ser una galería de espejos en que las partículas elementales se reflejan sin poseer identidad real; y la conciencia personal parece una entidad igualmente delusoria, como el fragmento de un holograma, contenido del todo y continente de una versión en miniatura del todo. Su esencia –su componente supraindividual- es indestructible y atemporal, pues sólo su engañosa individualidad está sujeta al cuerpo en la vida y en la muerte, es decir, sujeta al tiempo”.
Schrodinger, en 1956, afirmó en una conferencia dada en Oxford que “la teoría física en su etapa actual sugiere poderosamente que la Mente es indestructible al Tiempo”. Y en el último año de su vida escribió: “En lo que a mí respecta, todo esto es maya, si bien una maya muy interesante y muy ceñida a un orden. El elemento eterno que hay dentro de mí (por usar un lenguaje directamente medieval) apenas es afectado por él. Aunque es cuestión de opiniones”.
En fin.. creo que el Paradigma Cuántico aglutina una serie de descubrimientos científicos que, para todos aquellos que tienen a la ciencia como eje rector de lo que ha de ser considerado real o no real, sirve de puente, de bastón, de apoyo, de mediador, para pasar de una concepción racionalista-mecanicista- materialista del Universo y de la Vida (seres humanos incluidos) a una cosmovisión metafísica.
Una función similar, a mi modo de ver, la he encontrado personalmente en la hermenéutica junguiana, en su Psicología de las Profundidades o de los Complejos, llamada también Psicología Analítica.
Para otras personas, la función mediadora, ese puente que se precisa tener para pasar de un “mundo” a “otro”, lo lleva a cabo la parapsicología con su concepto del Campo-Psi que explicaría las interacciones psíquicas (extrasensoriales), al igual que existe un campo gravitacional, electromagnético, etc.., para explicar las interacciones entre los físicos. Este substrato Psi, en términos junguianos, sería “lo inconsciente” en sus dos ámbitos: personal y colectivo. Así lo explica Frank Spedding: “Podemos retratar el mundo viviente como un archipiélago compuesto de millares de islotes, cada uno de los cuales representaría una entidad consciente individual. Inmediatamente debajo de la superficie yace la subconsciencia individual (…)
Hola Ángel:
ResponderEliminarBuenas entradas las de "Las 3 Realidades": Si vas a incluir Matrix, te recomiendo veas el documental "Matrix: Retorno a la Fuente" que está posteado en el blog de Rodericus "Lingua Passerum" y también en "Vitruvio Cinéfilo". Gracias por tu cometario en "Somos una luz...". Si te interesa la "escatología imaginal" tienes que ver "Mas allá de los Sueños" dirigida por Vincent Ward, con Robin Williams. Creo que la última película de Clint Eastwood "Mas allá de la Vida", acerca del tema, es muy interesante pero aun no la he visto.
Saludos
Christian
He visto los dos posts que me indicas sobre Matrix, sí... Y por supuesto que los referenciaré obligadamente. También ví "Más allá de los Sueños" y en estos días me acercaré a ver "Más allá de la vida".
ResponderEliminarDe seis de la mañana a ocho he estado leyendo tu libro. Proseguiré este fin de semana. Está muy bien...
Un abrazo