jueves, 30 de junio de 2011

Símbolos de Transformación en los Sanjuanes sorianos

Jueves La Saca. Doce novillos son llevados por los caballistas

Mis inicios en el periodismo soriano fueron en Soria Semanal donde publiqué una serie de artículos sobre festejos tradicionales sorianos desde un enfoque junguiano. Este artículo, titulado originariamente "Símbolos de Transformación den las Fiestas de San Juan", se publicó el 2 de julio de 1985.


 
Símbolos de transformación en las Fiestas de San Juan de Soria
- Ángel Almazán -


Las fiestas de San Juan de Soria (Sanjuanes) se han ido modificando en el transcurso de los siglos, pero su finalidad arquetípica seguramente fue siempre la misma. Su origen es desconocido si bien pueden encontrarse paralelismos con ritos y mitos paganos.

Lo dionisíaco y el culto al toro son los elementos arquetípicos más identificables de estas fiestas. El análisis más apasionado llevado a cabo sobre estos dos factores es, sin duda, el realizado por Fernando Sánchez Dragó en "Gárgoris y Habidis..". El toro es, para Sánchez Dragó, el animal que personifica al arquetipo más enraizado en España y las fiestas de San Juan giran en torno a este arquetipo táurico.

Los pueblos indoeuropeos relacionaban simbólicamente al sol con el toro y a éste con la fertilidad y el poder, y le rendían culto con diferentes ritos. Hoy, en Soria, el toro es sacrificado, descuartizado, subastados los trozos en el Sábado Agés y comidos en una especie de ágape eucarístico el Domingo de Calderas. Inevitablemente, estos ritos nos remiten a la era de Tauro (4.500-2.300 a.C.).

Si creyésemos lo que refiere Platón en el "Critias", el origen tau-rico de las fiestas de San Juan podría derivar de un tiempo verdaderamente mítico. Platón describe en el "Critias" que los diez reyes de la Atlántida se reunían cada cinco años en el templo de Poseidón, situado en el centro de la isla, y sacrificaban un toro a los dioses. El toro era capturado con cuerdas y matado con venablos de madera.

Pero no hay necesidad de sustentar el origen pagano (y arquetípico) de las fiestas de San Juan acudiendo a la mítica Atlántida. En la Grecia clásica uno de los misterios más importantes, los órficos, rendían culto al toro en Dioniso Zagreo. Este era hijo de Zeus y Perséfone. Para protegerlo de los celos de Hora, Zeus confió el pequeño Zagreo a los Curetes y a Apolo, pero Hera lo descubrió en los bosques del Parnaso y encargó a los Titanes que lo raptasen. Zagreo intentó escapar metamorfoseándose en diferentes animales. Transformado en toro, los Titanes lo capturaron, lo despedazaron y lo devoraron, en parte crudo y en parte cocido. Palas pudo salvar su corazón, palpitante aún, y Apolo encontró algunos restos y los enterró cerca del trípode de Delfos. Pero Zeus le devolvió la vida, bien porque Demeter unió lo que restaba de Zagreo según unos relatos— bien porque Zeus obligó a Sémele a absorber el corazón de Zagreo, fecundándola después del "segundo Dionisio".

Las similitudes arquetípicas entre el mito de Zagreo y su regeneración como Dioniso con respecto al desmembramiento de Osiris y nacimiento de Horus son muchas. Y otro tanto cabe decir en cuanto al sacrificio, descuartizamiento y «eucaristía" táurica de las fiestas de San Juan en el Sábado Agés y Domingo de Calderas. Otra referencia mistérica podría encontrarse en el mistraísmo donde el joven Mitra sacrifica al toro como  ofrenda a los dioses.

 SIMBOLISMO DEL SACRIFICIO DEL TORO

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Estos mitos y sus posteriores rituales táuricos expresan simbólica y materialmente algunos arquetipos del inconsciente colectivo. Arquetipos orientados a un proceso de regeneración, de renacimiento y de fecundidad. El toro es, según Jung, un símbolo de la fecundidad y por tanto puede simbolizar a la energía psíquica en su aspecto creador y fecundo. El toro, por otra parte, simboliza la libido instintiva. Por ello, tanto en el mitraísmo como en los misterios órficos, el toro, como señala Jung, "no es más que una parte del héroe, quien al sacrificar al animal, sólo renuncia simbólicamente a su instintividad". La muerte del toro implica, simbólicamente, la dominación de la libido o energía psíquica en su aspecto instintivo.

El simbolismo arquetípico del ritual táurico soriano es idéntico al del mitraísmo y orfismo. Además, la carne del toro es compartida en un ágape, de la misma forma que en la eucaristía cristiana los creyentes comen la hostia, símbolo de la carne de Cristo. Y la sangre del toro corresponde simbólicamente a la sangre de Cristo personificada en el vino. De hecho, en la iconografía cristiana, el toro ha simbolizado muchas veces a Cristo.

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Es conocido por los historiadores de religiones comparadas el hecho de que el orfismo y el mitraísmo influyeron en el simbolismo cristiano del sacrificio. El arquetipo del sacrificio implica un sacrificante y un sacrificado. Materialmente pueden ser diferentes (torero y todo, por ejemplo), pero en el plano psíquico son una misma persona. El iniciado de los misterios de la antigüedad y el torero personifican al héroe arquetípico que se supera a sí mismo y transmuta la líbido instintiva. El héroe arquetípico introvierte la energía psíquica dedicada a diferentes actividades extravertidas lúdicas y dionisíacas motivando así una instrospección y un mayor desarrollo de la consciencia.

Esa es la tarea del héroe, pero no lo que sucede en las fiestas de San Juan de Soria. A causa de la paulatina, y al parecer inevitable desacralización de todo tipo de ritual, el sacrificio y comunión posterior del toro —que responde arquetípicamente al renacimiento psíquico, a una ampliación de la conciencia por introversión de la energía psíquica en la riqueza arquetípica del inconsciente— no produce ninguna transformación interior.

DIONISOS EN LAS FIESTAS DE SAN JUAN

A esto hay que añadir que la represión excesiva dada por el catolicismo al impulso de los instintos motiva un efecto contrario en estas fechas del solsticio de verano. El arquetipo de Dioniso en su aspecto negativo torna su revancha sobre el ideal cristiano de represión de la líbido, sobre todo en la sexualidad.

Una de las calderas táuricas del Domingo de Calderas
El inconsciente tiende a manifestarse y como en estos días hay por parte de la conciencia, poca oposición en la mayoría de los jóvenes, los complejos reprimidos del inconsciente personal de cada uno se ven libres. Y Dioniso, el arquetipo menospreciado por el catolicismo, actúa en su vertiente instintiva.

Dioniso, corno dice Jung, está vinculado a la emocionalidad y a la afectividad, a la naturaleza desenfrenada e indómita. Dioniso es el dios de la viña, de los placeres y del delirio místico. Simboliza también la fuerza generadora de la naturaleza y el desencadenamiento ilimitado de los deseos.

Este arquetipo llamado Dioniso no ha encontrado, desde la Antigüedad, ninguna forma religiosa adecuada, y por ello reina en la psique de muchas personas en las fiestas de San Juan.

El ritual del toro sin embargo está ahí, y sólo hasta sentirlo e interpretarlo simbólicamente para poder encauzar la energía psíquica por el camino iniciático señalarlo en los ritos mitraicos y órficos. Porque Dioniso también es el arquetipo que vehicula la conjunción de los opuestos psíquicos, Dioniso es una llamada que hace el inconsciente para que entremos en diálogo y contacto constructivo con el inconsciente colectivo, fuente de todos los mitos, símbolos y religiones.

Artículos complementarios

- LOS SANJUANES DE LA CIUDAD DE SORIA SEGÚN SUS ORDENANZAS 

- SANJUANES SORIANOS CON EL TORO, EL SOLSTICIO Y LO DIONISÍACO COMO ARQUETIPOS.-
Artículo publicado en Diario de Soria, con el título de "Lo táurico, solsticial y dionisíaco de las fiestas sanjuaneras de Las Calderas", el 23-VI-1993.  
- Lo arquetípico de los Sanjuanes Sorianos
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