martes, 1 de noviembre de 2011

Ramana Maharshi y Jung -1-


Nota previa: En la introducción del libro Enseñanzas Espirituales de Ramana Maharshi, publicado en España por Ed. Kairós (libro que recomendamos plenamente), se incluyó una selección del texto introductorio de C.G. Jung -"Sobre el santón hindú"- al libro de su fallecido amigo e indólogo Heinrich Zimmer (1890-1943) Der Weg zum Selbst. The Way to the Self. Vida y enseñanzas de Bhagavan Sri Ramana Maharshi. He aquí el texto selectivo que citamos y que escribió Jung en 1944...

SRI RAMANA Y SU MENSAJE AL HOMBRE MODERNO
Carl Gustav Jung

Sri Ramana es un auténtico hijo de su tierra india. Auténtico y, además, completamente excepcional. En la India, él es el punto más blanco de un espacio blanco.

Lo que encontramos en la vida y las enseñanzas de Sri Ramana es la más pura esencia de la India; su aliento de una humanidad liberada del mundo, y que libera del mundo, es un canto de milenios. Esta melodía está construida sobre un único y gran motivo, que en un millar de reflejos multicolores, se rejuvenece en el seno del espíritu indio, y cuya última encarnación es el propio Sri Ramana Maharshi.

La  identificación del Sí-mismo con Dios aparecerá escandalosa al europeo. Tal como se expresa en las manifestaciones de Sri Ramana, es una Comprensión específicamente oriental. Nada más puede aportarle la psicología, a no ser el señalamiento de que proponerse semejante cosa excede en mucho la medida de su alcance. Sin embargo, para el hindú está claro que el Sí-mismo, en cuanto Fuente espiritual, no es diferente de Dios; y en la medida en que el hombre permanece en su Sí-mismo, no sólo está contenido en Dios, sino que es Dios Mismo. Respecto de esto, Sri Ramana es clarísimo.

El objetivo de las prácticas orientales es el mismo que el del misticismo occidental: el foco se desplaza del «yo» al Sí-mismo, del Hombre a Dios. Esto significa que el «yo» desaparece en el Sí-mismo y el Hombre en Dios. Un esfuerzo similar se describe en los exercitia spiritualia, en los cuales la «propiedad personal», el «yo» se somete, en la mayor medida posible, a ser poseído por Cristo. Sri Ramakrishna adoptó la misma posición en relación con el Sí-mismo, pero con él, el dilema entre el «yo» y el Sí-mismo se acerca un poco más al primer plano. Sri Ramana declara sin lugar a dudas que el verdadero propósito de la práctica espiritual es la disolución del «yo». A este respecto, sin embargo, Ramakrishna muestra una actitud más vacilante. Por más que dice: «En tanto que perdure el sentimiento del yo, el verdadero Conocimiento (Jnana) y la verdadera Liberación (Mukti) son imposibles», debe reconocer la naturaleza fatal del ahankara, «pues pocos», dice, «pueden alcanzar esta Unión (Samadhi) y liberarse de este "yo". Muy raras veces es posible. Habla todo lo que quieras, aíslate continuamente, y aun así el "yo" seguirá volviendo a ti. Si hoy cortas el álamo, mañana encontrarás que ha echado nuevos brotes. Cuando finalmente encuentres que este "yo" no puede ser destruido, déjalo que permanezca como "yo", el sirviente.» En relación con esta concesión, Sri Ramana es ciertamente más radical.

Las relaciones cambiantes entre estas dos cantidades, el «yo» y el Sí-mismo, representan un campo de la experiencia que la conciencia introspectiva del Este ha explorado hasta un punto poco menos que inalcanzable para los seres humanos de Occidente. La filosofía oriental, tan diferente de la nuestra, representa para nosotros un don sumamente valioso; un don, sin embargo, que «debemos alcanzar para poder poseerlo». Una vez más, las palabras de Sri Ramana resumen los principales elementos que ha acumulado el Espíritu de la India durante miles de años pasados en contemplación del Sí-mismo Interior; y la vida y la obra del Maharshi, en cuanto individuo, vuelven a ejemplificar el más íntimo esfuerzo del pueblo de la India por encontrar la fuente original y liberadora.

Las naciones orientales se encuentran amenazadas por una rápida desintegración de sus bienes espirituales, y no siempre se puede considerar que lo que va a reemplazarlos pertenezca a lo mejor de la mentalidad occidental. Por ende, se puede considerar que Sabios como Sri Ramakrishna y Sri Ramana son profetas modernos, que no sólo nos recuerdan milenios de cultura espiritual crecida en suelo indio, sino que directamente la encarnan. Su vida y sus enseñanzas constituyen una advertencia impresionante de que no hemos de olvidar las exigencias del alma en medio de todas las novedades de la civilización occidental y de las preocupaciones técnico-materialistas y comerciales del mundo. En todos los campos —político, social e intelectual—, el jadeante impulso a obtener y poseer, que todo lo revuelve en el alma occidental, generando una pasión aparentemente insaciable, se está difundiendo también en el Este y amenaza con generar consecuencias que no es bueno pasar por alto. No sólo en la India, también en China se ha perdido ya mucho de lo que era fruto y alimento de la vida del alma. Es verdad que la cultura occidental, basada en la externalización, puede hacer desaparecer muchos males, cuya destrucción parece muy deseable y ventajosa. Pero, tal como lo ha demostrado la experiencia, semejante progreso se paga demasiado caro, con una pérdida de cultura espiritual. Indudablemente, es más cómodo vivir en una casa bien ordenada y con los necesarios adelantos higiénicos, pero eso no responde a la cuestión de quién es el morador de esa casa, ni nos dice si su alma disfruta de un estado similar de orden y de pureza, un estado como el de la casa que sirve para la vida externa. Una vez que se lanza en persecución de las cosas externas, el hombre jamás está satisfecho, tal como lo demuestra la experiencia, con las meras necesidades de la vida; siempre va en pos de más y más y, fiel a sus prejuicios, ese más lo busca siempre en las cosas externas. Se olvida totalmente de que, pese a todos los éxitos externos, interiormente sigue siendo el mismo, y por consiguiente se queja de su pobreza cuando posee solamente un automóvil en vez de dos, como sus vecinos. Indudable- mente, estar provisto de todo lo «necesario» es una fuente de felicidad que no hay por qué subestimar. Pero por encima de ella, y trascendiéndola, el hombre interior hace oír su clamor, que ningún bien externo puede satisfacer; y cuanto menos atención se presta a esta voz, en medio de la cacería de «las cosas maravillosas» de este mundo, tanto más se convierte el hombre interior en fuente de inexplicable mala suerte y de desdicha incomprensible, en medio de unas condiciones de vida de las que cabría esperar algo muy diferente. La externalización conduce a un sufrimiento incurable, porque nadie puede entender cómo puede uno sufrir a causa de su propia naturaleza. Nadie se sorprende de su propia insaciabilidad, sino que la considera parte de su patrimonio, sin darse cuenta de que la unilateralidad de semejante dicta para el alma le llevará, en última instancia, a desequilibrios gravísimos. Es esto lo que genera la enfermedad del occidental, que además no descansa mientras no ha contaminado al mundo entero con su voracidad y su desasosiego.

La Sabiduría y el Misticismo del Este tienen, por tanto, mucho que decirnos, siempre que puedan hablar en su propio e inimitable estilo. Están ahí para recordarnos las cosas similares que tenemos en nuestra propia cultura y que hemos olvidado, y para llamarnos la atención sobre aquello que dejamos de lado, restándole importancia: nada menos que el destino de nuestro hombre interior. La vida y las enseñanzas de Sri Ramana no sólo son importantes para el hindú, sino también para el occidental. No sólo configuran un documento de gran interés humano, sino también un mensaje de advertencia, dirigido a una humanidad que corre el riesgo de perderse en el caos de su inconsciencia y de su falta de control.

Nota de Ángel Almazán: Como he subrayado, este texto es una selección del ensayo introductorio de Jung al libro de Zimmer sobre Ramana Maharshi, selección que no recoge algunas opiniones no tan favorables de Jung hacia Ramana Maharshi... que serán objeto de exposición en otro post.

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