Atendiendo a una petición de José Antonio Delgado voy a escribir unos párrafos sobre el ámbito arquetípico de la fenomenología de los controvertidos símbolos plasmados a lo largo de varios continentes en campos de cereales antes de sus cosechas; incluso a España han llegado estos mandalas de cereal aplastado.
En Internet abundan miles de noticias y opiniones al respecto, así como centenares de imágenes sobre los círculos de las cosechas. De lo que he mirado me gustaría destacar el monográfico de Sagrario Arana, las disquisiciones al respecto de Raúl Ortega, un artículo en iberaldea, otro en el blog preparemonosparaelcambio..,hasta para los junguianos hay hasta una web monotemática, en inglés.
También es fácil encontrar en Youtube vídeos y en muchos otros portales. He visto dos reportajes bien distintos, uno de National Geographic en el que prepondera la conceptualización racionalista propia del “lado izquierdo” psíquico del cerebro, y otro, dirigido por Jiménez del Oso, que aporta una visión más propia del “lado derecho” del psiquismo cerebral (si se me permite utilizar estos términos psico-neurológicos), destacando las dos entrevistas que realiza en la segunda mitad del documental al periodista Juan Antonio Cuesta, y a la psicóloga Margarita García Vaquero.
Igualmente se ha plasmado en el cine esta fenomenología, como hiciera M. Night Shyamalan con la película Señales, protagonizada por Mel Gibson. Artistas hay que se han sentido especialmente inspirados por la belleza y “numinosidad” de estos “cerealglifos”, como el holandés Janos Art.
Y libros específicos hay sobre este fenómeno, entre los que quiero especialmente destacar Diseños misteriosos de Freddy Silva. Así como también hay investigadores que los han incluido en algún libro más general, como lo ha llevado a cabo Patrick Harpur en Realidad Daimónica, una obra realmente fascinante (como lo es también su obra El secreto de los filósofos).
Estos dos libros de Harpur, en mi opinión, son básicos tener en la librería de casa de todos aquellos que estén “investigando” sobre la Imaginación Creadora y lo arquetípico de las visiones y apariciones paranormales y similares. (En este blog prometo que Harpur será uno de los autores recurrentes por mí en varios posts, e incluso señalaré las diferencias de su obra con relación a Perdidos en el Mundo Imaginal).
He releído lo que escribe el post-junguiano Harpur sobre los círculos de cosechas, fenómeno que considera “daimónico” en buena parte, esto es, epifanías de arquetipos del Inconsciente Colectivo que muestran un aspecto material y otro que no lo es. Reconoce la falsedad de muchos círculos de cosechas, pero advierte igualmente que hay otros tantos que parece difícil creer que han sido realizados por seres humanos.
“Si queremos comprender los círculos de las cosechas –y esto es aplicable a todas las apariciones-, debemos acercarnos a ellos de una manera neoplatónica, ‘simpatética’ …”, nos dice. Es así como el observador atento podrá darse cuenta de que en toda esta fenomenología hay, entre otros arquetipos, el de la conjunción de los opuestos, como refleja en un diagrama explicativo. Para Harpur, “la suma total de las imágenes que rodean a los círculos de las cosechas-explicaciones, significados, asociaciones, fenómenos aliados, folclore, etc.- contribuye al cuerpo ‘mitológico’ de los círculos de las cosechas, lo que, como proponía en el diagrama tiene que ver con reconciliar imaginativamente contradicciones tales como natural/sobrenatural, espiritual/físico, visible/invisible y demás”.
Como fenómeno daimónico, lo realmente importante es que “la verdad no radica en una u otra imagen, sino en el proceso de imaginar”, desvela Harpur. Y en este imaginar es donde entra en juego la tendencia natural de “lo inconsciente” en proyectar “conceptos-imágenes”. Para unos son gamberradas, para otros sus creadores son extraterrestres en ovnis, mientras hay quienes opinan que están provocados –los que no son de factura humana- por energías de la Madre Tierra-Gaia, etc, etc, etc…Hasta las explicaciones pretendidamente “científicas” están plagadas de “proyecciones psíquicas”.
Harpur, amante de lo “daimónico”, reitera una y otra vez que “nada físico es tan sólo literal pues la Imaginación lo transfigura todo”. Afirma que “la realidad es paradójica, metafórica, poética, simbólica, mítica; es una realidad daimónica, no literal”. Y señala que "para nuestra vergüenza, los dáimones, con el fin de llamar la atención sobre su realidad, se han visto empujados a volverse fijos y físicos, como los círculos de las cosechas. Disfrazándose -parodiándolos- de hechos literales, responden a nuestra moderna petición de efectos cuantificables, al lado de los cuales todo lo demás es juzgado como ilusorio. En otras palabras, su forma de presentar su propia realidad metafórica y mítica es aparecer no como literales, sino como si fueran literales”. Al mismo tiempo considera que es el “dios” Hermes-Mercurio quien está detrás de esta fenomenología daimónica: “Regresa para atormentar al cientificismo con fenémonos paranormales y anomalías enloquecedoras: todos los dáimones son embaucadores, igual que los seres feéricos; todos están al servicio de Hermes-Mercurio”.
Hasta aquí lo dicho por Harpur.
Por mi parte insistiré también en la máxima junguiana de que todo aquello de lo que no somos conscientes se proyecta –sin que nos demos cuenta-, en realidades psíquicas y físicas, de ahí que se produzcan fenómenos psicosomáticos sincronísticos, esto es, ajenos a la causalidad mecanicista del “universo newtoniano”. Y como he subrayado en Perdidos en el Mundo Imaginal, desde el Inconsciente Colectivo-Alma del Mundo-Imaginario Matricial, surgen imágenes arquetípicas (daimónicas en la jerga de Harpur) que son símbolos vivos para una colectividad durante un tiempo determinado; imágenes que se corporizan adecuándose al “espíritu de la época”-conciencia colectiva, a fin de equilibrar la “balanza psíquica” entre el ego consciente y el sustrato “inconsciente” en el que la consciencia psíquica flota cual isla en un gran océano. Y ciertamente atraviesa la mentalidad occidental un período desacralizador, profano y racionalista-materialista que precisa epifanías arquetípicas como las que subyacen en el simbolismo mandálico y geométrico (euclediano y fractal) de los llamados círculos de cosechas. Y que muchos “marcadores de círculos” sean autores de tales figuras no convierte a estas creaciones humanas en fraudes “per se”, ya que hasta podríamos asegurar que tales personas no dejan de ser sino “marionetas psíquicas” de tales arquetipos, esto es, instrumentos de la Matrix, del Alma del Mundo, para “engordar” la fenomenología de tales círculos de cosechas, al igual que muchos personajes de ficción “le son impuestos” a los escritores, guionistas de cine, etc.. por algún arquetipo del Inconsciente Colectivo.
Claro que para quienes están ya “más allá de las imágenes”, por haber alcanzado algún tipo de “iluminación”, todo esto que he escrito sigue siendo “cháchara mental”, o sea, “conceptos, conceptos y más conceptos en la malla reticular matricial de Maya”.
Y os dejo con esta imagen del Patio de los Leones de la Alhambra. Si os fijáis veréis que el conjunto formal geométrico de los canales de agua y su convergencia en la fuente circular, conforma todo un mandala, y a mí, ciertamente, me recuerda esta estructura mandálica alhambrina a algunas figuras adoptadas por varios círculos de las cosechas, como acontece, por otra parte con diversos petroglifos prehistóricos.
Mandalas, mandalas y mandalas... He aquí el arquetipo más común de la arquitectura sufi de la Alhambra y de los círculos de las cosechas, que convergen finalmente en el centro de los centros, el Atman, el Sí Mismo... de donde provenimos, en el que "estamos" sin saberlo conscientemente y a donde "vamos" (según los sabios).
Mandalas, mandalas y mandalas... He aquí el arquetipo más común de la arquitectura sufi de la Alhambra y de los círculos de las cosechas, que convergen finalmente en el centro de los centros, el Atman, el Sí Mismo... de donde provenimos, en el que "estamos" sin saberlo conscientemente y a donde "vamos" (según los sabios).
Hola Ángel:
ResponderEliminarGracias por esta entrada tan jugosa. Muy interesante y pertinente la imagen de la Alhambra, con su simbolismo mandálico, y la semejanza que apuntas con algunos de los mandalas de los círculos de cereal.
Me he preguntado varias veces si, ¿no apuntarán estos círculos a la necesidad de retornar al origen, al centro de los centros, en un movimiento centrípeto, opuesto al centrífugo dominante en la cultura occidentalizada?
Un abrazo
José
Para mí, es obvio que sí.., como todo mandala que es un diagrama-símbolo que sirve, entre otras cosas, para enfocar la "atención de la consciencia" en su estructura mandálica y luego, en sus detalles, para acabar en el centro... que "simpatiza" con nuestro Centro, el Sí Mismo. Salud.
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