viernes, 26 de noviembre de 2010

Mundo Imaginal en Corbin -6-

MUNDO IMAGINARIO Y MUNDO IMAGINAL (f)
Henry Corbin 
Publicado en la revista Axis Mundi, nº 4. Trad. de Agustín López
Axis Mundi: cosmología y pensamiento tradicional, ISSN 1137-6767, Nº 5, 1995 , pags. 29-47

III. Topografías del "octavo clima"
 
Tendríamos que cuestionar aquí la larga teoría de los testigos de ese mundo distinto. Tendríamos que interrogar a todos aquellos místicos que en el Islam han repetido la experiencia visionaria de la asunción celestial del profeta Mohammad (mi 'râj), que ofrece más de un rasgo en común con el relato, conservado en un viejo libro gnóstico, de las visiones celestiales del profeta Isaías. Ahí la actividad de la percepción imaginativa toma verdaderamente el aspecto de una hierognosis, de un conocimiento sacral superior. Pero, para terminar nuestra conferencia, me limitaré a evocar algunos rasgos típicos de los relatos tomados de la literatura shiíta, pues el mundo en el que nos adentran nos parecería, a primera vista, que es todavía nuestro mundo, cuando en realidad los acontecimientos se desarrollan en el octavo clima, no en lo imaginario, sino en el mundo imaginal, es decir, en ese mundo que no podemos establecer mediante coordenadas en nuestros mapas, y en el que vive, con una vida misteriosa, el XII Imam, el "Imam oculto", rodeado de sus compañeros, velados para nuestro mundo por el mismo incognito que el propio Imam. Uno de los relatos más característicos es el relato de un viaje a "La Isla Verde situada en el Mar Blanco". 

Me es imposible recordar aquí, ni siquiera a grandes rasgos, lo que constituye la esencia del Islam shiíta en relación a lo que se ha convenido en llamar la ortodoxia sunnita. Es sin embargo necesario que conservemos al menos el recuerdo del tema que domina el horizonte de la teosofía mística del shiísmo, a saber, esa "Realidad profética eterna" (Haqîqat mohammadîya) que es designada como "Logos mohammadiano" o "Luz mohammadiana", y que está constituida por catorce entidades de luz: la del Profeta, la de su hija Fátima y la de los doce Imames. Es el Pleroma de los Catorce Inmaculados, por el rostro de los cuales se realiza, de mundo en mundo, el misterio de una teofanía eterna. Así el shiísmo ha dado a la profetología islámica su fundamento metafísico, al mismo tiempo que le daba la imamología como complemento absolutamente necesario. En efecto, el sentido de las Revelaciones divinas no se limita a la letra, a lo exotérico que es la corteza y la envoltura, y que fue anunciado por el Profeta; su sentido verdadero es el sentido interior, oculto, lo esotérico, lo que está simbolizado bajo esa corteza y que los Imames revelaron a sus adeptos. Por eso la teosofía shiíta tiene eminentemente el sentido de los símbolos. 

Por otra parte, el grupo o la dinastía cerrada de los doce Imames no es una dinastía política en competencia terrestre con otras dinastías políticas; las transciende, de algún modo, del mismo modo que en nuestras tradiciones occidentales la dinastía de los guardianes del Graal transciende la jerarquía oficial de la Iglesia. La efímera aparición terrestre de los Doce Imames quedó cerrada con la del duodécimo que, siendo aún niño (en el año 260/873), fue ocultado a este mundo, pero cuya parusía fue anunciada por el propio Profeta; en efecto, se manifestará al término de nuestro Eón, para revelar el sentido oculto de todas las revelaciones divinas, y llenar la tierra de justicia y de paz como hasta entonces habrá estado llena de violencia y tiranía. Presente a la vez al pasado y al futuro, el XII Imam, el Imam oculto, es desde hace diez siglos la historia misma de la conciencia shiíta, una historia ante la cual, quede claro, la crítica histórica pierde sus derechos, pues sus acontecimientos, perfectamente reales, no tienen sin embargo la realidad de los acontecimientos de nuestros climas, sino la propia del "octavo clima". Su ocultación se cumplió en dos tiempos: ocultación menor (260/873) y ocultación mayor (330/942) (4). Desde entonces, el Imam oculto está en la situación de aquellos que fueron apartados del mundo visible sin franquear el umbral de la muerte: Henoch, Elías, el propio Cristo según la enseñanza del Qorán. Es el Imam "oculto a los sentidos, pero presente en el corazón de sus adeptos", según la fórmula consagrada, pues permanece como polo místico de este mundo, el polo de los polos, sin cuya existencia el mundo humano no podría seguir existiendo. Hay toda una literatura shiíta relativa a todos aquellos a quienes el Imam se ha manifestado, o se ha aproximado, aunque no le hayan visto, en el período de la Gran Ocultación. 

Naturalmente, la comprensión de estos relatos supone ciertas premisas que nuestros análisis precedentes nos permiten recoger. Un primer punto es que el Imam vive en un lugar misterioso, un lugar que no se cuenta entre aquellos que controla la geografía empírica y no puede, por consiguiente, localizarse en nuestros mapas. Este lugar "fuera de lugar" no deja de tener su topografía propia. Un segundo punto es que la vida no está limitada a las condiciones de nuestro mundo material visible con las leyes biológicas que conocemos. Hay acontecimientos en la vida del Imam oculto, se habla incluso de sus hijos que serían cinco y son los gobernadores de misteriosas ciudades. Un tercer punto es que en su última carta a su último representante visible, el Imam ha puesto en guardia contra la impostura de cualquiera que pretendiera apelar a él o haberlo visto, para reivindicar en su nombre un papel público o político. Pero el Imam jamás ha excluido la posibilidad de manifestarse para venir en ayuda de alguien que esté sumido en la angustia, material o moral, o de un viajero extraviado, por ejemplo, o de un creyente que desespera. 

Pero estas manifestaciones no se producen nunca más que a iniciativa del Imam, y si aparece con frecuencia con el aspecto de un joven de belleza sobrenatural, casi siempre, salvo excepción, aquel a quien fue dado el privilegio de esta visión no toma conciencia más que después, más tarde, de aquel a quien ha visto. Un estricto incognito envuelve estas manifestaciones; por eso lo religioso nunca puede aquí ser socializado. Pues el mismo incognito envuelve a los compañeros del Imam, esa élite de entre las élites, compuesta por jóvenes a su servicio. Forman una jerarquía esotérica en número estrictamente limitado, y que permanece por substitución de generación en generación. Esta caballería mística que rodea al Imam oculto está sometida a un incognito tan estricto como el de los caballeros del Graal, en la medida en que no se sea conducido por ellos mismos hasta ellos. Pero quien haya sido conducido allí, habrá penetrado en el octavo clima, habrá estado por un momento "en la totalidad del Cielo de su alma". 

Y tal es sin duda la experiencia que fue vivida por un joven shaykh iranio, 'Alî ibn Fâzel Mâzandarânî, hacia el final de nuestro siglo XIII, y que está consignada en el Relato de las cosas extrañas y maravillosas que él había contemplado y visto con sus ojos en la Isla Verde situada en el Mar Blanco. No puedo aquí más que hacer alusión a grandes rasgos a este relato, sin detenerme en los detalles que nos garantizan la vía y la autenticidad de la transmisión (5). El narrador se extiende largamente sobre los años y las circunstancias de su vida que precedieron al acontecimiento; estamos ante la personalidad de un sabio y un espiritual que tiene los dos pies en la tierra. Nos informa de cómo se había expatriado, de cómo había recibido en Damasco la enseñanza de un shaykh andaluz y cómo se había unido a él; cuando éste se traslada a Egipto, él le sigue con algunos otros discípulos. Desde El Cairo le seguirá incluso hasta Andalucía, adonde es reclamado repentinamente el shaykh por una carta de su padre moribundo. Apenas llegado a Andalucía, nuestro narrador se ve afectado por unas fiebres que se prolongan durante tres días. Restablecido, sale de la aldea y observa un curioso grupo de hombres que había llegado de una región próxima al país de los bereberes, junto a la "península de los shiítas". Hay hasta allí veinticinco días de viaje, se le dice, y un gran desierto que atravesar. Decide entonces unirse al grupo. Hasta aquí estamos más o menos en el mapa geográfico. 

Pero no es del todo seguro que sigamos todavía en él cuando nuestro viajero llega a la península de los shiítas, península rodeada por cuatro recintos provistos de altas y magníficas torres; la muralla exterior limita con la orilla del mar. Pide que le lleven a la mezquita principal, y allí, por primera vez, cuando el muezin llama a la oración, oye resonar desde lo alto del minarete de la mezquita la invocación shiíta pidiendo que "sea apresurada la alegría", es decir, la alegría del aparecer futuro del Imam actualmente invisible. Para comprender su emoción y sus lágrimas, es preciso pensar en el estado de clandestinidad a que se vieron obligados los shiítas, los fieles de los santos Imames, durante tantos siglos en vastas regiones del territorio del Islam, a causa de las odiosas persecuciones. También el reconocimiento entre shiítas se produce aquí todavía al observar, de manera característica, las costumbres de la "disciplina del arcano". 

NOTAS

4. Para más detalles, cf. En Islam iranien, t. IV, libro VII, "Le Douziéme Imâm et la chevalerie spirituelle", Gallimard, París, 1991, así como nuestra Histoire de la philosophie islamique, vol. I, Gallimard, París, 1964, pp. 101 ss. [Historia de la filosofía islámica, Trotta, Madrid, 1994, pp. 74 ss.]. 

5. Cf. En Islam Iranien, t. IV, libro VII, pp. 346 ss.

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