La Doctora Suad Hakim , es hoy día Directora de Tesis en la Escuela Doctoral de la Universidad Libanesa de Beirut y Profesora de Pensamiento Islámico y Sufismo en la Universidad de Saint Joseph. Decana de la Escuela Doctoral desde 2007 hasta 2010 en la Universidad Libanesa, ha participado en numerosos coloquios y talleres por todo el mundo. Entre otras muchas publicaciones cabe destacar sus libros al-Mu‘yam al-sufi (El léxico sufí), Ibn ‘Arabî wa-mawlid lûga yadîda, (Ibn Arabi y el nacimiento de un nuevo lenguaje), ‘Awdat al-wâsil - dirâsat hawl al-insân al-sûfî (El retorno del caminante – Estudios sobre el hombre en el sufismo),Tâj al-‘ârifîn –al-Junayd al-Bagdâdî- al-A‘mâl al-kâmila (La corona de los gnósticos: al-Junayd al-Bagdadi, obras completas), Ihyâ’ ‘ulûm al-dîn fî l-qarn al-wâhid wa-l-‘ishrîn (La vivificación de las ciencias religiosas de Gazali en el siglo XXI), Ibdâ’ al-kitâba wa-kitâbat al-ibdâ’: sharh mu‘âsir li-qasîdat ‘Abd al-Karîm al-Jîlî al-‘Ayniyya (El genio de la escritura y la escritura del genio – Comentario contemporáneo de la casida ‘Ayniyya de Abd al-Karim al-Jili) y, en español, la edición y traducción, en colaboración con P. Beneito, de Las contemplaciones de los misterios de Ibn Arabi.
La naturaleza y la función
del Mundo Imaginal
Suad Hakim
Para hablar de las
ideas de Ibn Arabi (560 H. - 638 H. / 1165-1240) acerca de la divinidad, los mundos y el
hombre, hay que recorrer su vida interior y su trayecto espiritual, ya que
todas las ideas dentro de su obra marcan un momento existencial en su vida. Son
fruto de una inspiración divina, de un discurso sacro, de la ascensión de su
espíritu, o bien, de una manifestación divina que ha dado lugar a una escena
visible, pero no tangible, en la que los espíritus de los profetas y de los
santos anteriores a él toman formas corpóreas.
El descubrimiento del “mundo imaginal”
Ibn Arabi terminó
sus estudios islámicos (1) cuando aún era un joven de entre 15 y 16 años. Quiso
enseguida continuar sus estudios adquiriendo las enseñanzas de los sufís, en
ese momento, entró en su “primer retiro”. Resulta sorprendente que desde su
primer retiro ya tuviera una apertura espiritual (iluminación divina) (2). Por
eso solía repetir: “mi iluminación ha sido anterior a mi disciplina iniciática
(3)”. Esta anterioridad de la iluminación con respecto a los ejercicios
espirituales no es algo común entre los sufís, entre los que la develación a
menudo es “fruto” de un largo camino de disciplina iniciática y de esfuerzos
espirituales.
Ibn Arabi no se
conformó con esta develación, no se contentó con ella, no se consideró un
“aventajado” en comparación con los caminantes a los que todavía nada ha sido
revelado. Era consciente de que esta revelación no era más que el principio del
recorrido, la linde del valle que recorre el monte de la sabiduría, que se debe
escalar a base de ejercicios, combate y esfuerzos espirituales para alcanzar la
cima de la perfección humana infinita. Ibn Arabi ha cambiado el pensamiento
común sufí, al considerar el “fruto” de los precedentes [=iluminación] como una
“semilla” que necesita la atención y el cuidado de ejercicios y de esfuerzo
para poder echar raíces, para que su tronco se enderece y sus ramas se
extiendan.
Para hacer crecer la
“semilla” de la gracia divina [=iluminación], Ibn Arabi quiso conocer y
frecuentar a los grandes maestros sufís de Al-Andalus y del Magreb en general,
para aprender y crecer en su sabiduría.
Habiendo
experimentado la iluminación, el gran sheij
no quiso conocer a los maestros sufís para alcanzar estas iluminaciones, sino
para saber cuál era la actitud que debía tomar frente a los mensajes del mundo
invisible y cómo hacer que las iluminaciones fueran una facultad permanente en
vez de un suceso accidental que le sorprendiera de vez en cuando.
Quince años después
del primer retiro, tuvo lugar un acontecimiento mayor. Por primera vez, vemos
como Ibn Arabi vive estando despierto “la separación del espíritu del cuerpo”,
como ocurre con una persona que está dormida. Nos cuenta que en el año 590 H.,
mientras estaba en Túnez haciendo la oración junto al imam, entro en la Morada
de la Enorme Tierra (el Mundo Imaginal), inconscientemente lanzó un grito,
todo el que lo oyó también se quedó inconsciente. Las mujeres que se
encontraban en las terrazas cercanas se desmayaron, algunas cayeron al patio,
pero no se hicieron daño alguno.
Ibn Arabi fue el
primero en recuperar la consciencia y encontrar a todo el mundo inconsciente,
tras un rato fueron recuperando sus espíritus y él les preguntó: “¿Qué os ha
ocurrido?”. Y ellos le respondieron: “¡Eres tú el que nos tienes que contar qué
te ha pasado! Has lanzado un gritó que ha provocado lo que está ante tus ojos”.
Él les dijo: “Por Dios, no me he dado cuenta de que he lanzado un grito (3)”.
De esta forma, tras
su primer retiro, Ibn Arabi siguió contemplando manifestaciones del mundo
imaginal con el ojo del corazón mientras que él se encontraba en este mundo
material. Cuando alcanzó la edad de treinta años, su espíritu se desprendió de
su cuerpo, guardando un lazo etéreo, y entró en el mundo imaginal. Este mundo
se convirtió en parte de su vida y los tres mundos (4) se abrieron uno sobre
otro a través del mundo imaginal.
La naturaleza del mundo imaginal
El “mundo imaginal”
está presente en casi toda la obra de Ibn Arabi, sobre todo, tras el año
590 H. Para ilustrar esto, debemos decir que su enciclopedia sufí “Al
Futûhât al makkiyya” comienza con un sermón (6) que relata los detalles de un
sueño sublime que tuvo lugar en el mundo imaginal manifestado en el mundo
invisible. Dedica decenas de páginas en sus escritos, además de su obra “Al
Isra Ila Maqam al Asra” (escrita en el 594 H., a sus 34 años), a hablar de sus
viajes terrestres y de sus ascensiones celestes que tuvieron lugar en el mundo
imaginal. Además de todo esto, dedica el capítulo octavo de las Futûhât (7)
para presentar el mundo imaginal, su naturaleza, su localización, su entrada y
sus formas de entrar, sus habitantes, sus ciudades, etc.
Explicaremos de
forma breve lo expuesto anteriormente:
·
¿Qué es el mundo imaginal?
Palmera en San Baudelio de Berlanga (Soria) |
El mundo imaginal
es un mundo distinto, un mundo de imágenes visibles, pero no tangibles, que se
encuentra entre los dos mundos que constituyen la existencia universal y a los
que se parece: el mundo visible y el mundo invisible.
Según los textos de
Ibn Arabi, ese mundo intangible fue formado a partir de la arcilla del tamaño
de un grano de sésamo que sobró de la arcilla de la palmera que fue creada a su
vez de los restos de la arcilla de Adán (paz sobre él). A partir de ese grano,
Dios, a Él la gloria, extendió una Enorme Tierra, donde metió toda la creación:
el Trono y lo que contiene, el Kursi
(pedestal), los cielos y la tierra y lo que hay bajo la tierra, los paraísos y
los infiernos, y todo es como un anillo en el desierto (8).
·
¿Dónde se encuentra el mundo imaginal?
El mundo imaginal
es un mundo ístmico (barzaji),
existente e inexistente al mismo tiempo. Esto quiere decir que es un mundo que
no tiene localización exacta en el mapa del universo. Como contrapartida, puede
manifestarse en lugares de los otros dos mundos, es decir, en el mundo
invisible y en el mundo visible.
·
¿Cómo entra el hombre en este mundo sin espacio, ni lugar?
El hombre entra en
él con su espíritu o con su cuerpo etéreo, no con su cuerpo natural, ya sea
despierto o dormido. El sueño es una experiencia común a todos los hombres,
durante el sueño el espíritu se separa del cuerpo natural manteniéndose unido a
él por un lazo etéreo flexible. Entonces, comienza sus viajes a través del
mundo imaginal que se asimila a todas las imágenes de cosas abstractas y
tangibles, móviles e inmóviles. En ese momento ve todo lo que se le permite
ver, después vuelve a través de ese lazo a su cuerpo, despertándolo.
Sin embargo, la
entrada en el mundo imaginal estando despierto es una experiencia excepcional.
Cedemos la palabra a Ibn Arabi para que nos cuente qué ocurre: “Esta tierra
[=el mundo imaginal] no acepta ningún cuerpo humano natural hecho de arcilla.
Cuando los conocedores entran en ella, lo hacen con sus espíritus y no con sus
cuerpos. Abandonan sus cuerpos en el mundo de abajo. En esta tierra, formas
extraordinarias de belleza inaudita vigilan las vías de entrada a nuestro mundo
de tierra y de cielo, de paraíso y de infierno. Cuando alguno de los
conocedores, sea humano, genio, ángel o habitante del paraíso, quiere entrar
para adquirir conocimiento despojándose de su cuerpo, se encuentra con estas
formas encargadas de la vigilancia en la entrada de las vías. Ellas se le
acercan y le ofrecen un hábito conveniente a su estación, lo toman y le pasean
por esta tierra para que tome asiento donde le plazca… (9)”. Este extracto nos
muestra que este mundo imaginal tiene cuatro puertas, cada una de ellas abierta
a un lado del universo. Los humanos, los genios, los ángeles y los habitantes
del paraíso entran por esas puertas: una se abre a la tierra, otra al cielo,
otra al paraíso y otra al infierno. Los guardianes del mundo imaginal son los
responsables de cada puerta y de cada persona que entra.
En cuanto a la
razón que llevaría a un humano a entrar en el mundo imaginal, se estudiará en
la siguiente sección del texto.
La función del mundo imaginal
La creación divina
es una operación determinada, no absurda. En efecto, cada criatura tiene un
papel y una función en este universo. Además, el mundo imaginal no es un lujo
existencial, cumple un papel en la vida de las personas y varias funciones,
cuatro de ellas nos interesan de forma especial en el contexto de nuestro
estudio.
a.
El mundo imaginal ofrece una sabiduría inspirada a través de un sistema de
símbolos.
El mundo imaginal
es un campo visible para cualquier persona que entra en él, despierta o en
sueños, también se le llama “Tierra de la Verdad” (10). Este campo no es un
espacio pasivo, sino un colaborador activo en la operación reveladora, ofrece a
quien contempla imágenes que representan las nociones abstractas.
Por ejemplo, la
«ciencia», noción abstracta y sin forma, en el contexto de una visión profética
se revestirá de diferentes formas simbólicas que necesitarán la interpretación
de un experto. Por esta razón, cuando el Profeta (paz sobre él) bebió de la
leche en un sueño y le dio el resto a Omar (que Dios se complazca en él), el Profeta
(paz sobre él) interpretó la leche como el símbolo de la ciencia. José (paz
sobre él) también interpretó el sueño del rey egipcio, que había visto siete
vacas flacas que devoraban a siete vacas gordas, como siete años de abundancia
seguidos de siete años de hambruna (11).
Este rey supo que
aquel sueño no era una imaginación psíquica, sino que se trataba de una visión
real que llevaba un mensaje profético referido al futuro. Por este motivo,
buscó a alguien que descifrase los símbolos del sueño para poder actuar de la
forma más conveniente. He ahí una clara prueba de que la buena recepción del
saber que procede del mundo invisible a través de un sueño cambia la vida de
una persona, o incluso la de una sociedad o de toda una región.
Ibn Arabi cuenta centenares
de visiones y de sueños, la más conocida tuvo lugar en el 597 H., en Bugía durante el mes de Ramadán
(antes de su partida definitiva a Oriente). En efecto, se vio unido en
matrimonio con todas las estrellas del cielo y con todas las letras del alfabeto.
Un experto en interpretación de sueños declaró que el sueño de Ibn Arabi
anunciaba que la persona que lo ha tenido recibiría una parte de las ciencias
celestes, de las ciencias ocultas y de los misterios de los astros y de las
letras como persona alguna recibiría en su época.
Otro ejemplo es su
entrada en el mundo imaginal, durante su estancia en la Meca, o su encuentro
con un grupo de personas, momento en el que la tierra y los edificios temblaron
fuertemente, al parar de temblar, le dieron sus condolencias por la muerte de
su hija Fátima. Le informaron de que un temblor en presencia de un visitante
indica su muerte o la muerte de algún familiar, y que ese temblor era por la
muerte de su hija (12).
b.
El mundo imaginal facilita un espacio virtual para los encuentros
espirituales a través del tiempo.
Cuando el espíritu
humano se desprende del cuerpo natural a causa de la muerte, pasa al mundo ístmico
(barzaj) a la espera de la resurrección.
Los conocedores aseguran que los espíritus de los hombres en el mundo ístmico
no tienen la misma libertad de movimiento. Unos pocos de entre ellos que
podrían dejar el barzaj para viajar a
través de los mundos y del tiempo, pueden entrar en contacto con el mundo de
los vivos a través del mundo imaginal, ese otro mundo que los une, ya sea en
sueños o despiertos. Ibn Arabi relató varios encuentros reales, que tuvo
mientras se encontraba dentro del mundo imaginal, con profetas y grandes
maestros sufís que habían muerto siglos antes.
c.
El mundo imaginal ayuda a la ascensión del hombre que pasa de un
conocimiento teórico al conocimiento experimentado.
Los grandes
maestros sufís afirman la existencia de varios niveles de certitud: el nivel
más bajo es la certeza teórica (Ilm Al Yaqin), que es la aceptación
intelectual de un sujeto por medio de pruebas. Por ejemplo, cuando una persona
tiene la certeza, en base a sus lecturas, de la posibilidad teórica de ir a la
luna y del hecho de que una persona haya aterrizado en la luna con un cohete
espacial. El segundo nivel sería la “visión” de la certeza (Ayn Al Yaqin),
que es cuando una persona ve con sus propios ojos el objeto de conocimiento. Si
seguimos con el mismo ejemplo, diríamos que equivale a ver con tus propios ojos
las fotos de la luna, del cohete espacial, de la persona que anda por la luna y
de todo lo que sea visible de este acontecimiento mundial. El tercer nivel es
la certeza vivida (Haqq Al Yaqin), cuando la persona experimenta el
objeto de conocimiento y lo vive, no se contenta con verlo. Es decir, cuando
toma el cohete espacial, va a la luna y camina sobre ella, atravesando así
distancias en el espacio, experimentando la diferencia de presión atmosférica,
etc.
Por lo tanto, este mundo
imaginal, existente e inexistente, visible e intangible, facilita un espacio
“virtual” que permite que el caminante viva
y experimente el objeto de su certeza teórica (la presencia de ángeles,
la resurrección, el juicio, el paraíso y el infierno).
d.
La entrada en la “Tierra de la Verdad” abre la puerta a la aceptación
intelectual de una posibilidad que superaría toda lógica formal
La entrada en el
mundo imaginal constituye un momento crucial en la vida de un maestro sufí,
pues esta experiencia le hace ver que la lógica formal sólo es eficaz para la
comprensión del mundo físico y material, y que resulta deficiente para conocer
los mundos etéreos y para conocer a Dios, a Él la gloria. La persona que entre
en el mundo imaginal (Tierra de la Verdad) comprobará que todo lo que el
intelecto consideró imposible en ese mundo terreno es posible en esta tierra. Que
Dios, a Él la gloria, puede reunir a los contrarios, puede hacer que dos
cuerpos estén presentes en dos lugares, que el accidente exista por sí mismo
sin necesidad de esencia (13) y que el pequeño contenga al grande sin que el
grande mengüe, ni el pequeño crezca.
NOTAS
(1) La enseñanza islámica de aquella época incluía
la memorización del Corán, el Hadiz, las ciencias del Corán, las recitaciones
del Corán, El Fiqh y sus reglas y la lengua árabe, entre otras cosas.
2) El
develamiento o levantamiento del velo es la capacidad de ver los significados
invisibles y la verdad de las cosas por su existencia o su ausencia tras el
velo.
Al Jurjani, At Ta’rifat, Dar Al Kitab Al Arabi,
Beyrouth, p. 277.
Suad Al Hakim, Al Mo’jam As Sufi, Dar Dandara,
Beyrouth, 1981, p. 662 y siguientes.
3) Al
Futûhât al makkiyya, Tomo 1, p. 616.
4) Al
Futûhât al makkiyya, Tomo 1, p. 173, traducción de Claude Addas in Claude
Addas, Ibn 'Arabi, ou la quête du soufre rouge, Paris, Gallimard 1989, p. 149.
5) Los tres
mundos son el mundo material, el mundo invisible y el mundo imaginal.
6) F, 1/2,
p. 6.
7) F,
1/126-131.
8) Al
Futûhât al makkiyya, Tomo 1, p. 126.
9) Al
Futûhât al makkiyya, Tomo 1, p. 127.
10) Al
Futûhât al makkiyya, Tomo 1, p. 126.
11) Alusión
al versículo 43 de la sura de José: «El rey dijo: “He visto [en sueños] siete
vacas gordas siendo devoradas por siete vacas flacas, y siete espigas verdes y
otras tantas secas. ¡Dignatarios! ¡Aclaradme mi sueño, si es que sois capaces
de interpretar sueños!”».
12) Al
Futûhât al makkiyya, Tomo 1, p. 129
13) Al
Futûhât al makkiyya, Tomo 1, p. 130
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